FC BARCELONA-LEVANTE
Un gol de Fàbregas pone la Liga al alcance del Barcelona
El Barça pensó más en Múnich que en el campeonato doméstico. Alexis revolucionó el partido y facilitó el gol de Cesc. Villa falló un penalti. Messi, ni convocado
Los cuerpos estaban en el Camp Nou, pero los cerebros estaban, en el mejor de los casos, en Múnich. El Barça y el Levante perpetraron una tortura de partido infumable, de los peores que se han visto en el Camp Nou en tiempo, que únicamente tiene justificación en la inmediatez de la semifinal del martes ante el Bayern de Múnich. Tan sólo la titularidad de Abidal, que además fue el mejor de la velada, dio lustre al simulacro de partido que se vivió ayer en el Camp Nou, donde se vivió un torneo de verano en pleno abril con Messi fuera de la convocatoria. Lo más parecido a un entrenamiento con público
Un dueloque decidió Fàbregas después de que Alexis saliera a animar el cotarro con su estilo de juego fuera de todo orden. Ese gol del de Arenys sirvió para maquillar un partido más que discreto del catalán y también para que el Barcelona mantenga las opciones de cerrar la Liga por la vía rápida la semana que viene siempre y cuando el equipo blaugrana ganase en Bilbao y el Atlético ganara al Real Madrid. Pero eso es otra historia. Ayer, la Liga era el prólogo al partidazo del martes. Y se notó.
Obviamente, motivos para jugar con el freno de mano puesto sobraban en el bando blaugrana. De entrada, la alineación que presentó Tito Vilanova no invitaba a grandes alardes. De hecho, la defensa del Barça estuvo formada por cuatro laterales: Alves, Adriano, Abidal y Montoya. Con honrosas excepciones a dilucidar en las próximas horas, podríamos concluir que el 90 por ciento de los que jugaron ayer de inicio, calentarán banquillo en el Allianz Arena. De hecho, si su presencia en el equipo titular del martes dependiera de lo que hicieron ayer ante el Levante, alguno tendría incluso problemas para ir convocado. Pero la plantilla anda justa de efectivos, hay muchos lesionados y la casa es generosa. Otra cosa es que ayer ni Song, ni Fàbregas (que se medio salvó por el gol), ni Villa, ni Tello, ni Thiago dieron ese paso adelante que se supone que tienen que dar. Y si comparas el rendimiento de estos con el de Abidal, es para empezar a pasar facturas.
Por tanto, y a grandes trazos, si el partido de ayer servía para saber quien jugaría en Múnich, el resultado la ecuación es fácil: Casi cualquiera que ayer no lo hiciera, al menos de principio.
El Barça nunca estuvo en el partido y el Levante, que llegó al Camp Nou para no perder y enjuagar la hemorragía de la semana pasada ante el Deportivo se encontró al Barça más dócil, lento y torpe del año. La certeza de que la Liga está en el saco, el morlaco bávaro que se les viene encima y las ausencias de Alba, Busquets, Piqué, Messi y Xavi, entre otros, le dieron al Barça un aire funcionarial que llevó al partido a un sopor que solo lo podía romper el de siempre. Es decir, el árbitro.
Undiano Mallenco, seguramente viendo que el partido amenazaba con la narcolepsia, decidió animarlo con una decisión surrealista. Señaló un penalti sobre Iniesta, que ni lo era, ni tan siquiera se cometió en el terreno de juego. Villa, en un ataque justiciero, lo tiró tan mal como supo y Navas pudo poner los cimientos de un gran partido por su parte.
El Levante no pasó por más apuros en la primera parte que el penalti fallado por Villa y un Barcelona muy lento nunca supo romper el muro defensivo que dispuso el equipo visitante. En la segunda parte se mantuvo la tónica de la primera, pero la entrada de Alexis fue el cambio que acabó de dar frescura a un equipo que llevaba demasiado tiempo viviendo de la iniciativa individual de Iniesta.
El chileno, en el poco tiempo que jugó, demostró ser firme candidato a la titularidad en Múnich. Una incursión suya a cinco minutos del final le valió a Fàbregas la posibilidad de marcar un gol que vale tres puntos que dejan la Liga al alcance de la mano.