Ceresuela
"Nuestro triunfo es que tras 50 años se hable del Hai que Roelo"
Hace medio siglo, el 14 de abril de 1963, el Pontevedra lograba su primer ascenso a Primera. Así lo recuerda Rafael Ceresuela, autor del gol del ascenso.
Rafa, hace ya medio siglo de aquel gol del ajo.
Recuerdo mejor aquello que algunas cosas actuales, porque con los sentimientos no se puede jugar. Con aquel gol ascendimos pero lo difícil fue lo de una semana antes.
El partido contra el Español en Sarriá.
Sí. Eran los favoritos y nosotros un equipo hecho para mantenerse en Segunda, que ya era mucho para un club tan modesto y de una ciudad tan pequeña, pero fuimos cuajando una temporada sensacional desde el primer partido. Me acuerdo que el primer partido fue contra el Burgos, donde yo había jugado el año anterior, y ganamos 2-3, con dos goles míos y uno de José Jorge. Desde el inicio y para asombro de nosotros mismos nos metimos en el grupo de cabeza y ya no lo abandonamos. Y en la antepenúltima jornada visitamos al Español...
Que era el segundo.
Éramos líderes y les llevábamos creo que un punto. Entre los dos nos jugábamos todo, porque de forma directa sólo ascendía el primero de nuestro grupo. Si empatábamos seguíamos dependiendo de nosotros mismos y si perdíamos todo se ponía de cara al Español. Nadie daba un duro por nosotros.
Ellos eran los favoritos.
Y era lógico. Por nombre, por presupuesto... Pero no nos arrugamos. Empezamos perdiendo, pero ya antes del descanso empató Vallejo tras rematar una falta. En el comienzo de la segunda parte Recalde hizo el 1-2 y desde ahí hasta el final a defender como leones. Para que se haga una idea, yo era delantero y pasé casi toda la segunda parte en nuestra área achicando balones. Al final ganamos y salimos más líderes.
Sólo faltaban dos jornadas.
El recibimiento fue tremendo, ya desde varios kilómetros antes de llegar a Pontevedra. La gente estaba como loca cuando llegó el autocar. La tensión fue tremenda durante toda la semana. Nos bastaba un punto en esas dos jornadas finales. La semana se hizo muy larga y con una gran tensión. Así salimos tan agarrotados al campo ante el Celta.
Que fue superior.
No nos vamos a engañar. Nos dieron un repaso. Ellos ya no tenían opciones de ascender pero resulta que, luego nos enteramos, venían primados por el Español y curiosamente por la propia directiva del Celta que les había ofrecido prima doble, cosas de la rivalidad. Lo cierto es que nos dominaron, se pusieron por delante, se nos lesionó Pastor y por entonces no había cambios. Vamos, que la cosa estaba muy fea.
Y cuando todo parece perdido usted sale del campo a atarse una bota y eso cambió la historia del club.
Faltaba unos siete minutos. Yo salí para atarme una bota y me senté sin darme cuenta sobre una cabeza de ajo en el fondo norte. Justo cuando pido al ábitro permiso para reincorporarme al juego habíamos conseguido forzar un córner. Lo recuerdo como si fuese hoy. Lo botó Recalde desde el banderín que une las gradas de norte y preferencia, despejó de puños Cantero, el balón llegó al costado izquierdo donde estaba Ferreiro que me lo cedió a la frontal. Sin controlarla, a bote pronto, le pegué con toda el alma y se coló por la escuadra.
Y fue el acabose.
Se produjo una invasión del campo y se tardó varios minutos en reanudar el partido. Aquello fue una locura. ¿Y sabe lo que hice al acabar el partido? Lo primero, ir a rezar a la Virgen Peregrina.
Y al año siguiente por fin en Primera.
Hicimos una buena temporada para ser novatos y tener el presupuesto más bajo de Primera. Le ganamos al Madrid de Di Stéfano en su primera visita a Pasarón con un gol mío, también en la portería del fondo norte, e íbamos más o menos cómodamente instalados hasta que al final en unos partidos un poco tontos y unos resultados extraños nos dejaron en Segunda en la última jornada.
¿Y hubo bajón?
Que va. Nos fuimos del campo descendidos pero el público nos aplaudió a rabiar. Si dos años antes, en el primer ascenso, no estaba en nuestras cábalas ni en sueños el ascenso, en esa siguiente temporada de nuevo en Segunda sí que nos propusimos volver a Primera. Teníamos a Marcel Domingo de entrenador, que nos machacaba fisicamente en cada sesión. Siempre exigía además total concentración y mentalidad ganadora. Nos motivaba al máximo y a veces con exceso.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo en la primera jornada de esa temporada 64-65. Jugábamos en Gijón. Marcel Domingo siempre en la víspera del partido nos llevaba a ver una película de acción para estar en tensión. Aquella vez fue, creo recordar, 'La matanza de los Batutsi'. Lo cierto es que al día siguiente ya en el primer tiempo teníamos dos expulsados. Al final hasta mostraron roja al portero y se tuvo que poner bajo palos Neme, uno de nuestros mejores delanteros. Perdimos 3-1.
A partir de ahí para arriba.
Ascendimos varias jornadas antes del final, creo que en Irún, y sacamos siete puntos de ventaja al segundo. Era cuando la Prensa al Pontevedra le apodaba 'Atila, rey de los hunos' porque en casa siempre era un uno en la quiniela. Ganamos todos los partidos en Pasarón.
Y después, de nuevo en Primera, empieza la leyenda del 'Hai que Roelo'.
Es que éramos muy difíciles de batir. Si nos poníamos por delante en el marcador éramos casi imbatibles y así empezó la prensa a decir que éramos como un hueso duro de roer. Los aficionados se quedaron con la idea y de ahí nació todo. La gente iba con huesos al campo y se empezó a extender lo del 'Hai que Roelo'.
Y la gente en Pontevedra enloquecida.
No era para menos. En esa primera campaña fuimos líderes casi acabando la primera vuelta al ganar al Atlético con un gol de Odriozola. Fuimos subcampeones de invierno. El final de temporada se nos hizo largo y acabamos séptimos, nuestra mejor clasificación. Recuerdo también que nos dieron el premio a la deportividad que nos entregó Pedro Escartín y al que doy un gran valor. En Pasarón éramos imparables. En ese lustro en Primera hasta 1970 le metimos un 3-0 al Madrid, derrotamos a todos los grandes; Valencia, Las Palmas, al Barça... También ganamos en el Camp Nou. Después llegó la decadencia cuando el equipo envejeció y no hubo recambios. Ya ve ahora en Tercera...
Y de todos los triunfos y recuerdos ¿con qué se queda?
Nuestro mayor éxito es éste, que medio siglo después sigan hablando de aquel ascenso, del gol del ajo y del Hai que Roelo.
Sigue el fútbol actual. ¿Qué diferencias ve con su época?
Pues han cambiado dos o tres cosas. La forma física, ahora son atletas superprofesionales y antes eso no se cuidaba tanto. Eso quizás ha influido en los sistemas de juego. Y sobre todo el seguimiento mediático que rodea al fútbol. Pero lo demás, en lo básico, es lo mismo. Un balón y dos equipos tratando de imponerse al otro y la pasión en las gradas.
Y hoy volverán ustedes, los héroes del 14 de abril del 63, a pisar el césped de Pasarón.
Van a ser muchas emociones. Volver a reencontrarnos con los compañeros que aún quedamos, como los inolvidables Pastor y Vallejo...
Y hará el saque de honor.
En el fondo norte, a ver si marco con la portería vacía, con 74 años y las rodillas hechas polvo.
Llevaré una cabeza de ajo.
Eso que no falte.