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VALENCIA 2 - VALLADOLID 1

Jonas decide sobre la bocina

El Valladolid, que jugó con uno menos 35 minutos, mereció el empate y protesta la acción que originó el segundo gol del Valencia.

Los jugadores del Valencia felicitan a Jonas tras marcar el 2-1.
Los jugadores del Valencia felicitan a Jonas tras marcar el 2-1.Kai FörsterlingEFE

La suerte se alió con el Valencia y se cebó con el Valladolid. Jonas dio a victoria a los de Valverde sobre la bocina. De hecho ni tan siquiera dio tiempo a que se sacara de centro. Reclama el Valladolid que la acción que precedió al gol del brasileño no debió producirse jamás, porque entienden que el saque de banda que originó la jugada era a su favor y no para el del Valencia. Si a todo ello le sumamos que los de Valverde se adelantaron con un gol en propia puerta de Balenziaga y que jugaron casi toda la segunda mitad con uno más y sin embargo el Valladolid mereció empatar, lógico pensar que la fortuna solo quiso llamar a la puerta de un equipo, la del Valencia.

Al Valencia un rechace le dio premio a su constancia y al Valladolid le desarboló su buen hacer defensivo. Si al espectador pudo faltarle algo más de lo visto para divertirse, los entrenadores se lo pasaron bomba. Al menos hasta casi el descanso. Hasta ese gol desafortunado para los suyos de Balenziaga en propia puerta. Hasta ese momento fue un partido táctico donde los haya, de esos que los entrenadores, en este caso Valverde y Djukic, se pasan toda la semana jugando en su cabeza.

Con una presión por parte del Valencia que truncaba el arma del contragolpe a la que se encomendó el serbio para salir a hombros de la que fuera su casa y con una telaraña por parte del Valladolid en torno a Dani que propició que aunque los de Valverde tuvieran la pelota, sus llegadas fueran a trancas y barrancas. Constantes, sí, pero claras lo justo y ninguna fácil de definir.

Al Valencia le dio el poder su línea de tres centrocampistas. La tenacidad de Parejo, aunque sobre todo la de Tino Costa y Canales hizo que los ché fueran los protagonistas. Al menos con el balón. De las diagonales del argentino y los movimientos del cántabro nacieron las principales llegadas del Valencia, aunque en la mayoría Sereno y Valiente incordiaban lo suficiente para que Soldado no se sintiera cómodo a la hora del remate y si los centrales no cortaban la acción lo hacía Dani Hernández. El venezolano, señalado por sus últimas actuaciones, mostró su mejor versión en la que un día fue su casa.

El doble pivote formado por Rubio y Rueda daba consistencia a la zaga pucelana, si bien, Omar, Larsson y Óscar deambulaban huérfanos de pelota, aunque cuando la tenían sabían qué hacer con ella, sobre todo el sueco, un futbolista de toque diferente. Pero al Valladolid le faltaba dar un paso al frente para que Manucho destacara por algo más que su ‘look’ y su solidario trabajo en la recuperación. Ese ir a por el partido lo dieron los de Djukic cuando se vieron por detrás en el marcador, un gol que llegó tras la salida de un córner por parte de Tino Costa y el posterior remate de Mathieu tropezó en la pierna de Balenziaga, que desvió el balón hacia el fondo de la red.

Pero el Valladolid salió con otro talante tras el descanso. De hecho Omar hubiera empatado apenas comenzado el juego de no ser por una soberbia parada de Guaita, de las que en cada repetición parece que va a ser gol. Pero Dani no le quería ser menos que su colega del otro área. Y no lo fue para nada. Sin duda fue el venezolano el que metió de veras a los de Djukic en el partido.

Lo hizo cuando parecían estar tocados y hundidos, cuando Sereno se llevó por delante a Soldado y Hernández Hernández no tuvo más remedio que pitarle penalti y expulsarle. Soldado lo lanzó para matar el encuentro y Dani lo atajó para espolear a los suyos. Restaban 35 minutos de juego y el Valladolid hizo bueno aquello que dijo Helenio Herrera, que con diez se juega mejor que con once.

La salida de Sastre le dio otro brío al conjunto pucelano y curiosamente, pese a la superioridad, al que se le fue agotando la gasolina fue al Valencia. Canales no era el mismo ni Tino tan participativo. Manucho avisó con un disparo desde casi el centro del campo que evidenció que Guaita sí estaba despierto, aunque poco pudo hacer el canterano ché ante el infalible remate por toda la escuadra de Óscar tras romper a la zaga blanquinegra Rukavina con su subida por banda.

Tras lograr el empate y con uno menos, el Valladolid tenía más que justificación para tender y guardar la ropa. El Valencia parecía perdido en sí mismo, como esperando que Soldado le sacara las castañas del fuego cuando el delantero simplemente no estaba. Valverde movió el banquillo y trató de darle frescura a su línea de centrocampistas. Con la salida de Banega digamos que los locales volcaron el campo hacia la portería de Dani, aunque los vallisoletanos solventaban una y otra vez las embestidas ché.

Pero cuando el partido daba a su fin, cuando el Valladolid tocaba con los dedos el premio de un punto que se había ganado con sudor, cuando el Valencia se daba cuenta que decía adiós a muchas de sus opciones de volver a ser de Champions, cuando el ‘Llorente vete ya’ se hubiera escuchado en Mestalla de no ser porque el presidente ya se ha ido. Cuando todo eso pasaba, Banega abrió a Viera, el canario puso un centro preciso a la cabeza de Jonas y el brasileño picó lejos del alcance de Dani. Faltaban solo cinco segundos para la conclusión. Unos murieron en la orilla, los otros fueron salvados por la campana.