Javier Aguirre cierra el círculo

Cejudo, Kike Sola y Omwu. Pim, pam, pum. Como si fueran verdugos, sus goles el pasado 10 de noviembre ante el Espanyol retumbaron en Cornellà-El Prat con el mismo estruendo que provocaría días más tarde la rescisión de Pochettino. Fue aquella tarde, en aquel 0-3 ante Osasuna, cuando la estrella del Sheriff de Murphy se apagó, aunque aguantase dos partidos más. Y entonces, tras la debacle ante los rojillos, irrumpió en el Consejo Gestor -era plena campaña electoral- el nombre de Javier Aguirre. Suena a prehistoria, a tiempos pretéritos en que se daba por seguro un descenso que hoy no es patrimonio ni de los más pesimistas. Pero ha transcurrido solo una vuelta, Aguirre ha obrado el milagro y encima, vuelve a la casa donde vivió sus primeros y más felices días como técnico en la Liga española: El Sadar.

El Vasco cuajó en Osasuna cuatro temporadas prolíficas. Llegó en 2002, cuando los navarros apenas llevaban dos cursos de vuelta en Primera, y acabó consiguiendo que los rojillos accediesen por primera y única vez en su historia a la previa de Champions, en 2006. También alcanzó una final de Copa, algo sin precedentes en Osasuna, y el subcampeonato de invierno de Liga en esa espectacular campaña 2005-06. Su legado también fue personal: Sola, que no llegó a debutar con él pero sí se entrenó a sus órdenes (jugaba entonces en Osasuna Promesas) confesó esta semana que admira al mexicano.

Esa devoción, eso sí, se mezcla hoy con la necesidad. El propio Sola es la principal amenaza rojilla, con nueve goles en Liga y dos la pasada jornada, ante el Valladolid, donde Osasuna se reencontró con la victoria después de tres derrotas. Necesitan sumar mucho más los de Mendilibar de tres en tres para no acabar recayendo en el descenso.

Virtual salvación. No es obligación ni urgencia pero sí deseo de revancha lo que viven los jugadores del Espanyol, por aquel 0-3 de hace una vuelta. No estarán Capdevila ni Víctor Sánchez, pero vuelve Wakaso.

Derrotar a Osasuna cerraría varios círculos. El reencuentro de Aguirre, la revancha... Y la salvación casi virtual. Aunque un empate no sería malo...