BARCELONA
Rosell pactó con los Boixos antes de las elecciones de 2010
Firmaron un documento el 16 de mayo de 2010, antes de las elecciones a la presidencia. Durante aquella campaña, Rosell negó la existencia de este pacto.
No está pasando sus mejores días Sandro Rosell en los casi tres años que lleva dirigiendo al Barcelona. A la preocupación suscitada por la crisis de los resultados del equipo de fútbol, al presidente azulgrana se le acumulan problemas, estos de ámbito social. Con la sensación de que mucha gente espera que haga un movimiento para crujirle a críticas, la máxima representación del club debe lidiar ahora con un documento que rubricó el 16 de mayo de 2010 con los Boixos Nois y ocho peñas más (Tóxicos, ICS, Taliban Barça, Grup Fidel, Nostra ensenya, Unibarçataris, Algomàvers y Supporters Puyol), algo que Rosell, en campaña electoral y ante las insistentes preguntas del entonces candidato Agustí Benedito (segundo en las elecciones del 13 de junio) negó de manera contundente en un debate televisado.
"Le voy a hacer una pregunta sin mala intención, ahora que habla de la grada joven. ¿Usted ha firmado un documento con los miembros de la grada de animación?", preguntó Benedito en el plató de televisión el 8 de junio de 2010. Rosell, respondió que "no". "¿Seguro?", insistió Benedito. "No", volvió a responder el presidente, que entonces trató de aclarar que "la grada de animación se hará con tolerancia cero a la violencia". Benedito, seguro de lo que decía, calló, esperando que el tiempo le diese la razón, volvió a cuestionar: "¿Usted se ha visto con los Boixos? A mí me consta que sí y piense que si se le han metido en casa, algún día lo harán en el estadio". Aún así, y por tercera vez, la respuesta fue clara: "No lo hice". Catalunya Ràdio destapó el asunto (mostró el documento de seis páginas de los que sólo hay once copias a través de Twitter y Facebook) la noche del jueves y a día de hoy, desde el club, parece no haber intención de decir nada al respecto, más allá de reiterar que "la idea y el pacto se cerraba al aunar esfuerzos para erradicar la violencia de manera definitiva".
Privilegios. El proyecto de la grada de animación ha derivado en una situación delicada y tensa para el Barça y su entorno más cerrado. Con la idea de darle un aire diferente a los partidos que disputa el equipo en el Camp Nou, se gestó, a través del área social del club, la opción de unir a diez grupos de forofos dispuestos a animar sin cesar a los futbolistas. A cambio, eso sí, tendrían una serie de privilegios: el grupo debería autogestionarse de manera íntegra, por lo que ellos mismos deberían buscarse sus recursos. Por eso se cerraron varios compromisos entre las dos partes, entre las que existía la explotación de una barra de bar del Camp Nou, así como la posibilidad de vender productos de mercadotecnia de la grada de animación, en las instalaciones del estadio azulgrana con el fin de poder realizar actividades relacionadas con el equipo (viajes, por ejemplo). Desde los despachos se exigía que hubiese un presidente del grupo elegido por todos los miembros, que sería el portavoz a la hora de mantener el contacto directo con las altas esferas del club.
Todo pareció ir sobre ruedas en más de una ocasión, aunque desde el primer día los Mossos d'Esquadra alertaron de la presencia de un reducto peligroso de Boixos en este paquete de seguidores, algo que preocupaba mucho a las fuerzas de seguridad y que por eso retrasaban una y otra vez la puesta en marcha del ambicioso proyecto.
"Se acabó". Desde el pasado lunes, sin ir más lejos, se sabe que el club vendía a 110 socios entradas a 10 euros y que estos se ubicaban en la zona del Gol Sur, en la primera gradería (la bengala a los ultras del Madrid se lanzó desde la tercera gradería). A pesar de ello, Rosell indicó que "lo que desconocemos es que si estas entradas luego iban a pasar a manos de indeseables. Fue un error. Se acabó". Por ese motivo, el Departament d'Interior de la Generalitat abrió un par de expedientes, con los que se está valorando multar de manera contundente (de 60.000 a 600.000 euros por la bengala y de 3.000 a 60.000 por la venta de tickets), aunque se valora desde el gobierno catalán "la buena predisposición del club para zanjar definitivamente el asunto".