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RACING DE SANTANDER

José Aurelio Gay deja el Racing y le suple Alejandro Menéndez

Mientras el equipo salía a entrenarse, él se despedía de todos. David Pérez, su segundo técnico, se va con él. El asturiano, ex de Celta y Castilla, firma hasta el final de temporada.

Actualizado a
El nuevo entrenador del Racing, Alejandro Menéndez (segundo por la izquierda), junto a su cuerpo técnico.
Nacho Cubero

José Aurelio Gay deja el Racing de Santander y el gijonés Alejandro Menéndez, ex del Celta y Castilla entre otros, ha firmado hasta final de temporada como sustituto. Gay, tercer entrenador del club cántabro esta temporada, no ha salido a dirigir la sesión sino que ha estado despidiéndose de la plantilla y sus auxiliares. David Pérez, el ayudante que vino con él, también se despide con Gay. Llevaba en el cargo desde el pasado 12 de diciembre. "La razón de mi despido son los resultados y también una situación incómoda con mi ayudante David", ha dicho en su rueda de prensa de despedida.

Jimmy Álvarez, que fue segundo con Unzué, Fabri y ayudante en esta etapa de Gay, está dirigiendo el entrenamiento de la primera plantilla.

Gay compareció ante los medios nada más conocerse la noticia. "Ha sido un despido, no he dimitido. Los resultados no han lucido como esperábamos pero ha habido más. La idea del club era relegar a David, mi ayudante, a un segundo plano y yo me he negado en rotundo porque no me parecía justo".

"Lamento no poder terminar la labor que había afrontado con muchas ganas e ilusión. Algunos jugadores del equipo no estaban por la labor de seguir la línea de trabajo más exigente. Era preciso ese trabajo no convencional para revertir la situación. No ha habido broncas, ni roces, ni peleas, simplemente exigencia. Cogimos un cadáver, le hicimos el boca a boca, le pusimos una serie de trasplantes con los refuerzos y entre todos lo pusimos en pie y caminando. Ahora hay gente que quiere que este cadáver que ahora camina corra la maratón de Nueva York y no hay tiempo para ello".

"Se escucha mucho la opinión de los jugadores y, a partir de ahí, el entrenador tiene poco que hacer. Pasa en todos los sitios y en vez de mandarles para casa y proteger al entrenador se tiene miedo de que el futbolista no rinda suficientemente si se enfada. Cada vez queda menos tiempo pero hay unión en el vestuario. Hhay tiempo y puntos para salvar al equipo", concluyó.