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SEVILLA 4 - CELTA 1

El Celta sucumbe ante Negredo

Hat-trick del vallecano ante su amigo Varas. El Sevilla fue muy superior en todo el partido y el Celta ve peligrar la permanencia a pesar de la llegada de Abel Resino.

Álvaro Negredo celebra uno de sus goles al Celta.
Álvaro Negredo celebra uno de sus goles al Celta.TONI RODRIGUEZDIARIO AS

Negredo recordará la noche del 4 de marzo de 2013 como la primera en la que consiguió un hat-trick en Primera División. La explosión del vallecano le sirvió a un extraño Sevilla para doblegar a un Celta cargado de buenas intenciones pero también de una inocencia extrema atrás. El internacional, picado por su mes de sequía, abusó de su amigo Varas y de la zaga celtiña, colocando así al Sevilla en la rampa de lanzamiento para poder luchar por Europa. Sorprendió Emery redibujando al equipo: Botía y Reyes fueron apartados fulminantemente de la titularidad, Fernando Navarro pasó a ser central zurdo y Manu a jugar de delantero centro. Alberto tenía toda la banda zurda para él, así que Navarro acababa cayendo muchas veces a su puesto natural, el lateral, lo cual obligaba a Kondogbia o Medel a estar pendientes de ayudar a Fazio. Rakitic seguía en su sitio, aunque terminó apareciendo por la izquierda para buscar huecos.

Tanto ajuste no fue fácil de asimilar e Iago Aspas se lo pasó en grande mientras el Celta tuvo opciones. Nada más empezar el partido, el crack celtiña obligó a Beto a lucirse con un disparo raso. El que no avisó fue el Sevilla: Navas lanzó su primer esprint para dejar atrás a Demidov y Bellvís y proyectar un centro-chut que desvió Varas justo hacia donde esperaba Negredo, con el fusil cargado. Como ya estamos en marzo y no en febero, la metió.

Abel quiso apretarle al Sevilla con una defensa muy adelantada, achicando espacios en la medular y presionando orquestadamente la salida de balón. El técnico apostó por Bermejo en lugar de Kronh-Dheli, quizás esperando que su gol frente al Granada espoleara su instinto en el Pizjuán. Pese a todo, se intuía que el juego combinativo del Celta podía hacerle mucho daño al Sevilla, que no estaba tan intenso como en otras ocasiones y algo despistado en sus movimientos defensivos. En esas llegó el segundo aviso de Aspas, tras una larga jugada en la que los de Abel tocaron como quisieron y que acabó en una volea horrenda de Augusto transformada por el azar en asistencia de lujo para el delantero, quien se topó de nuevo con los reflejos de Beto.

La historia parecía la misma... y acabó siéndolo. Tras el aviso de Aspas, Rakitic teledirigió un pase de 30 metros a Navas que el palaciego bajó con exquisitez, para después regatear a Bellvís y disparar a puerta, donde Varas volvió a desviarla como pudo. Esta vez el rechace fue más largo, pero de nuevo fue a parar a Negredo, que la coló con la zurda, colocándola con habilidad. Hubo partidos en los que el Sevilla jugó mucho mejor y soñaba con ir 2-0 a favor. Pero los goles se marcan, no se merecen. Que se lo digan al Celta. No estaban finos los de Emery y a la tercera el Celta se lo hizo pagar. Fernando Navarro regaló el balón de manera ridícula a Iago Aspas, que se internó en el área con toda la facilidad con la que el catalán pudo obsequiarle al lanzarse al suelo cual inexperto (segundo regalo). Ya allí, el delantero prefirió pasarla esta vez a Augusto, quien sí pudo con Beto, metiendo el miedo en el cuerpo a los andaluces con el 2-1. Tanto, que nada más sacar de centro, el Celta la volvía a robar y Orellana enviaba al travesaño un derechazo que enmudeció al Pizjuán. Para alivio local y resignación gallega, el árbitro tuvo que pitar el descanso.

A la vuelta apareció el mismo Celta descarado y con ideas maquiavélicas, bien tranzadas en su mayoría. Pero también el mismo equipo blando atrás y con una defensa adelantada al máximo. Emery reaccionó y empezó a aproximarse a la normalidad: Reyes en la izquierda y Manu en el banquillo. Negredo, Navas y Rakitic veían muchos caminos abiertos con la valentía celeste. Apuesta arriesgada la de Abel, sin duda. Pero el partido se fue cerrando para el Celta, que dominaba el centro del campo pero fue perdiendo profundidad. El Sevilla se colocó mejor, juntando líneas y lanzando contras peligrosísimas, la mayoría a manos de un Navas inconmensurable. Aún así, la sensación de que algo podía rascar de Nervión sólo desapareció cuando Varas se tragó un zapatazo de Medel desde fuera del área en una jugada sin aparente peligro. El efecto de su derechazo sorprendió al guardameta, que vivió su peor noche de la temporada en el lugar menos indicado. Fue una losa para los de Abel, que fueron rematados por Negredo poco después. El vallecano la volvió a cazar tras un rechace de Demidov en el área y fusiló otra vez a Varas, su íntimo amigo. Al menos hasta ayer. Así murió el Celta esta noche en el Pizjuán, cargado de buenas intenciones y también de goles en su portería.