REUNIÓN CON VILLAR
Los entrenadores piden árnica a Villar con los colegiados
Mediará ante Sánchez Arminio para rebajar expulsiones. En lo que va de Liga han visto la roja diez entrenadores. Algunos, como Paco Jémez, han sido expulsados dos veces.
Los entrenadores le han pedido a Villar que medie ante los árbitros para que rebajen la presión sobre los banquillos. En lo que va de Liga ya han sido expulsados la mitad de los técnicos de Primera. En las demás categorías, de Segunda para abajo, las rojas a los entrenadores son una epidemia.
El presidente de la RFEF acudió ayer a la reunión del Comité de Entrenadores al recibir el soplo de que los técnicos están hartos de ser expulsados por actos tan inocentes como levantar los brazos, llamar la atención del cuarto colegiado o hacer observaciones en voz alta, aunque sean con respeto. José Luis Oltra fue el que lanzó la propuesta en nombre de los entrenadores. "Les pedimos que las expulsiones no vayan a más y si es posible que se reduzcan", le dijo a Villar. La petición de Oltra fue apoyada por todos sus compañeros, entre los que estaban Caparrós, Ochotorena y Toni Grande, quien acudió en representación del seleccionador, Vicente del Bosque.
En lo que va de Campeonato ya van veintitrés partidos en los que el entrenador no ha podido sentarse en el banquillo por sanción, a resultas de una expulsión previa. Han sido expulsados entrenadores de todos los colores. Tito Vilanova, Pochettino, Djukic, Herrera y Paco Jémez (ambos en dos ocasiones), Míchel, Jiménez, Pellegrino, Luis García y Mendilibar.
Las quejas de los entrenadores fueron recogidas por el presidente de su Comité, Eduardo Caturla, quien previamente había avisado a Villar de lo que se cocía. El presidente decidió acudir a la reunión para escucharlo de viva voz de los técnicos. No prometió nada, pero el solo hecho de que estuviera presente fue un alivio para los técnicos. Villar trasladará esa inquietud a Sánchez Arminio, presidente del Comité de Árbitros, quien se la hará llegar a los colegiados. Los entrenadores confían en que esa cadena de vasos comunicantes produzca el efecto deseado: que se reduzca la vigilancia y la presión sobre los banquillos, que los árbitros sean más comprensivos con los entrenadores, que no apliquen el reglamento con celo enfermizo y que sepan diferenciar los actos o palabras que merecen la expulsión de otros que pueden pasar por alto sin menoscabo de su autoridad.