VALLADOLID 0-ATLÉTICO 3
Volvieron Diego Costa y Gabi, volvió el mejor Atlético
Los de Simeone ganaron en Valladolid con goles de Falcao, Costa y Cebolla. Rompe así su mala racha a domicilio, donde no ganaba desde el 18 de noviembre.
No ganaba fuera el Atleti desde el 18 de noviembre y el Rubin había mancillado el jueves el Calderón por primera vez en el curso. Primeras dudas, antiguos miedos. Pero aparcó el Cholo las rotaciones y los rojiblancos ganaron en Valladolid con toda la solvencia del mundo, con otro golito de Falcao, que hasta en época baja suma a buen ritmo (20 tantos ya en Liga), y con Diego Costa subiendo otro escalón en su rápido ascenso al estrellato. Pasan los meses y ahí sigue el Atleti de los héroes inesperados.
Aunque nadie lo hubiera adivinado en agosto, la temporada ha acabado poniendo el foco sobre Gabi y Diego Costa, dos futbolistas acostumbrados a moverse a la sombra, pero a los que el estilo Simeone ha convertido en actores protagonistas. En el caso del delantero se nota siempre su presencia y en el del centrocampista, es más su ausencia. Cada uno a su manera, ambos son indispensables. Volvieron ellos al once y el Atleti volvió a ser el Atleti, el equipo de actitud intachable y eficiencia probada. Un señor equipo, vamos.
Se vio pronto que el esperpento de la Europa League no se repetiría en Zorrilla, ante este Valladolid de Djukic que siempre va de cara, pero no tiene fondo de armario para sobreponerse a tantas bajas: sin Valiente y Sereno se ablanda; sin Ebert no asusta. Superado un mal despeje de Tiago que acabó en córner y no en gol de milagro, el Atleti olvidó su crónica timidez como visitante y se sirvió una copa nada más llegar. Falcao avisó con un tiro raso a los 7 minutos y dio a los 11’.
La pizarra del Cholo a balón parado acumulaba casis y ayer, al fin, culminó su obra. Gabi aprovechó la ingenuidad de Omar al robarle un balón en la frontal y provocar una falta que él mismo sacó, picadita sobre la barrera. Fusiló Godín y Dani logró hacer un milagro, pero no dos: Falcao, partiendo en posición dudosa, remachó a bocajarro.
A partir del gol, con la lluvia acelerando cada pase, empezó el show de Diego Costa. Debió resultar agridulce para la afición pucelana ver al fin al jugador que soñó hace tres años, cuando el brasileño jugaba allí. Avasallador en carrera, usando su corpachón con inteligencia y aprovechando su engañosa habilidad, Diego Costa ha aprendido a jugar pensando. Cosas del destino: la lesión de rodilla que parecía amenazar su carrera el verano de 2011 acabó siendo una bendición disfrazada: se rompió un chiquillo y de la convalecencia emergió un adulto.
Pudo marcar dos veces antes del descanso. La primera en una gran jugada individual: control con el pecho, recorte y potente disparo rozando el palo. La segunda, tras un estupendo desmarque marca de la casa que Gabi siempre ve, la paró Dani al adivinar la vaselina y aguantar en pie. La definitiva llegó ya en la segunda parte, cuando Koke le asistió de cabeza y el brasileño fusiló a placer. El 0-2 tardó, pero nunca estuvo en duda.
La entrada de Manucho animó al Valladolid, pero poco y tarde. El partido se fue deslizando suavemente hasta el final, con ambos deseando guarecerse de la lluvia. El 0-3 llegó por accidente, un absurdo intento de cesión con el pecho de Rukavina que en vez de a Dani fue a Cebolla, que no tuvo piedad. Era el día de volver y el Atleti lo hizo. Con Diego Costa y Gabi, su personalidad abruma y, detrás, llega el fútbol.