SEVILLA-VALLADOLID
Ebert congela el Sánchez Pizjuán
El Valladolid abofetea al Sevilla y provoca una pañolada. La roja a Medel y el buen inicio violeta provocan una noche tormentosa en Sevilla.
El frío que esta noche hacía en Sevilla pareció convertir el Sánchez Pizjuán en Zorrilla. El Sevilla fuerte y ambicioso de casa se transformó en un equipo burlesco, como suele hacer lejos de Nervión. Y el Valladolid tristón que habíamos visto lejos de Pucela se creció y en un cuarto de hora se había merendado ya al Sevilla. Primero le hizo lo que éste al Betis en el derbi: un derechazo al mentón nada más sonar la campana. Fue Ebert, tras gran combinación de los de Djukic (aderezada con un fallo de Cala), un recorte de calidad a Fernando Navarro y un zurdazo colocado del alemán. A la lona el Sevilla, que justo recién levantado recibió otro impacto en el rostro, esta vez fruto del infortunio que siempre persigue a los mismos, a los equipos perdedores. Un disparo de Ebert desde lejos tropieza en Óscar, que intentaba quitarse. El balón se le quedó como si hubiese efectuado un control de clase A y la picó (esta vez sí) con calidad ante Diego López. Así comenzó el reestreno en la titularidad del gallego, quien dejó en el banco a Palop.
El primer cuarto de hora fue, pues, un nuevo bofetón de realidad para el Sevilla. Y se lo dio un Valladolid que también amenaza este año con adelantarlo por la derecha a través de un equipo bien conjuntado y bien dirigido por Djukic. Creció mucho en Nervión, de la mano de un genial Óscar. Sin lanzar las campanas al vuelo, pero hay que creer en este Valladolid, por las formas y por los puntos que acumula superado ya el primer tercio de la competición. Ahora le toca saber digerir estas buenas sensaciones.
Antes de que la grada empezara a aplaudir al Valladolid y cantar contra los del césped, el del banquillo y los del palco (cosa que sí hizo de forma notoria y pañuelo en mano al finalizar el choque), el Sevilla reaccionó. Míchel movió ficha, faltaría más: Rabello al campo por Cicinho, Cala al lateral y Maduro de central. Necesitaba juego interior y Reyes estaba muy solo. La solución fue un chileno del Sevilla Atlético, así está la cosa. Un tiro al palo suyo pareció espabilar al Sevilla, que ya encontraba con asiduidad a Navas por su banda. Era humo, no había fuego alguno.
El partido estaba roto con una hora por delante. Riesgo máximo pero obligado para Míchel, que pareció tener la sombra de Pellegrino sentada a su vera. Y la de Marcelino, que abandonó Nervión tras un ‘todos al ataque” frente al Villarreal que le salió cruz. Lo único que no gustó del Valladolid fue el paso atrás innecesario que dio, peligroso incluso ante un Sevilla como el de ayer. Tanto, que Manucho se metió un golazo en su portería tras un córner provocado por un cabezazo suyo que también pareció un remate. Qué cosas. Pero era el día del Valladolid, el de Djukic y su plan, que volvió a ver la luz tras la enésima expulsión absurda de Medel. Era coser y cantar: ayudas en las bandas y sin regalos atrás. Suficiente. Y eso que cada pérdida sevillista era un Manucho vs. Botía que helaba aún más Nervión. Eso no lo aprovechó debido al día horrible que tuvo el angoleño, pero poco importa tras el 1-2. Sólo el orgullo de Reyes y Navas puso algo sobre el tapete. Insuficiente. Tinieblas sobre Nervión y todos los focos apuntando a Míchel, que tampoco da con la tecla... si es que la hay en el Sevilla, y no sólo en el banquillo.