NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Athletic 2 - Sevilla 1

Un volcán se traga al Sevilla

El Athletic destroza en la primera mitad a un Sevilla expectante. Navas estuvo primoroso, pero marcó Susaeta. La roja a Herrera apretó el marcador.

Actualizado a
Un volcán se traga al Sevilla

El Athletic ya está más cerca de Europa que del descenso, mientras el Sevilla ha perdido el norte, no sabe a qué juega en puertas del derbi ante el Betis. A excepción de un descomunal Navas, los de Míchel se plantaron en San Mamés sin fe y se toparon con el equipo volcánico que tanto añoraban el público y Bielsa. Hubo comunión en La Catedral hasta el último pitido para ayudar a diez leones que se murieron para defender la bien ganada victoria.

La expulsión de Ander Herrera por una mano sin intención complicó el asunto a un Athletic que se tragó al Sevilla en la primera mitad. De seguido, Negredo marcó de penalti el 2-1 y los rojiblancos se unieron con la grada para resistir y castigar a su pobre rival. Todo ello, con un desconcertante colegiado, el canario Hernández Hernández, repartiendo decisiones controvertidas, con el criterio perdido. Irritando a La Catedral y a un Míchel que repartió el cabreo con los suyos.

Bielsa quiere resistir con sus ideas y apostó por el once que cayó ante el Lyon. Parecieron premiarle por su fidelidad, entre ellos el discutido Iraizoz, con el que hubo cachondeo en sus primeras paradas y vítores tras su doble acción ante Babá y Negredo. Da la sensación de que necesita verse con el puesto amenazado para que espabile. Ya había sucedido en Anoeta. El público murmuró con él hasta en un bote neutral que le entregó Negredo. Quien no se redimió fue Iker Muniain, el menos centrado de los centrales. Flirteó con la roja por no resistir una patadita de Cala. Le empujó en el pecho y el lateral disimuló un golpe en la cara. ¡Vaya pareja!

El Sevilla dejó la sensación de haber viajado a Bilbao a ganar sin riesgo, a esperar fallos. Y Navas casi hace el 0-1 por una indecisión de Amorebieta. Pero así no se puede viajar. No es de extrañar que viniese de claudicar en Vigo y Zaragoza. El once para la contención, con Maduro y Medel en el eje, resultó un coladero. Para los 16 segundos, Aduriz ya había metido el miedo en el cuerpo de Palop con una vaselina fruto de la desatención de sus defensas.

Poco después, el ariete empalmó alto otro balón tras una dejada de cabeza de De Marcos, que ayer se movió con la decisión y acierto de la campaña anterior. La altura de Fazio, Spahic y Maduro traía sin igual a los leones, mejor colocados y más activos. Uno se acordó de Javi Navarro y Pablo Alfaro.

Y a la tercera ocasión clara, De Marcos se sacó de la chistera una volea con el interior. Adornó un medido centro de Aurtenetxe, que se fue para arriba intentando castigar a un Navas que era una pesadilla en el otro lado del campo. El sevillano forzó una caída ante Amorebieta en el área que pareció penalti y no lo fue.

Susaeta, que compite ahora con el extremo andaluz por un puesto con Del Bosque, se puso celoso. Falló en boca de gol un cabezazo a nuevo pase de Aurtenetxe, pero encontró premio en la última acción antes del descanso. Aduriz le mandó un pase al hueco de cabeza y se plantó ante Palop. Derechazo y paradón del meta, que no pudo evitar que el balón entrase con una parábola que pareció castigar la mezquindad de los andaluces.

Otro partido. Míchel quitó a Campaña y Maduro, y simplemente con la presencia de Babá cambió el panorama. Bielsa trató de compensar al equipo con tres centrales y vació la medular. Iturraspe se vio obligado a apagar fuegos por todas las esquinas. El Sevilla empezó a sembrar peligro e Iraizoz a destacar. En esas, a un cuarto de hora del final, llegó la expulsión de Herrera. Y, sin respiro, el penalti por mano de Iraola.

Negredo tuvo el 2-2 tras un resbalón de un intenso Gurpegui, pero mandó la pelota a las manos del meta local. Desde ahí al final, todos enfrentados con el colegiado, faltas con riesgo y un San Mamés que hizo de futbolista número once. Ganó quien lo mereció.