JAÉN 0 - ATLÉTICO 3
Atlético, eficacia probada
El Atlético deja sellado el pase a octavos tras golear a un Jaén que se quedó con diez muy pronto. Diego Costa de penalti, Adrián y Raúl García, sobre la hora, firmaron la victoria.
Hace algo menos de once meses el Atlético se llevó un sonrojo tragicómico ante el Albacete y se condenó a ver toda la Copa por televisión y en capítulos: octavos, cuartos, semifinales y final. El equipo y el club andaban de susto en drama y de drama en susto y ese bochorno ante un Segunda B fue también el epitafio de la malhadada segunda etapa de Manzano en el banquillo. Nadie en el entorno del club, seguramente ni sus aficionados más optimista, imaginaba que se estaba gestando una de las etapas más ilusionantes de su historia reciente, la era Simeone que tiene al equipo colchonero de sueño en sueño, en lo que ya es una realidad que nadie niega. De sueño en sueño y de victoria en victoria, trece seguidas ya, este Atlético se lo cree y hace que todos a su alrededor se lo crean. Buena cosa.
Es decir: de esperar cualquier partido con cierta aprensión, más cuanto más fácil pudiera parecer a priori, el Atlético ha evolucionado en un bloque sólido y extremadamente competitivo que gana por inercia y como rutina y al que nadie imagina, repito: once meses después, dejándose la Copa en el camino a las primeras de cambio y ante un Segunda B. Colíder en Liga, un martillo en Europa y con los dos pies en octavos en una Copa en la que va por el lado del cuadro que le impide ver a Barça y Madrid hasta la hipotética final. Más que un cambio, casi una revolución para un club que deja atrás jirones de la mística fatalista que sólo ocultaba una perpetua tendencia derrotista.
De un tiempo a esta parte el Atlético no es brillante. Pero gana, gana y gana. Simeone ha alargado la plantilla y ha ideado un mecanismo que funciona más allá de los nombres y que ni siquiera suspira de nostalgia cuando descansa Falcao. En Jaén, como en Europa, mandó a la carga a casi toda la segunda unidad y el Atlético volvió a ser un equipo fiable, rocoso, concentrado y peleón, casi arisco: eficacia probada. Con una defensa totalmente renovada con respecto a la habitual en Liga (Silvio, Cata, Pulido, Cisma), con un centro del campo bien asegurado (Gabi, Mario) y con una línea de tres que soltaba dentelladas (Koke, Cebolla, Raúl García) a la espalda de Diego Costa, un ejército de un solo hombre que aparece en cada barullo y que sería titular en más de una docena de equipos de primera. Bastó para inclinar el partido y para acabar poniendo una vela por la resurrección de Adrián y dando minutos a dos perlas de la cantera, Saúl y Óliver. Lo más sorprendente fue la presencia del habitual Courtois en lugar del meritorio Asenjo.
El Jaén es un buen equipo, segundo en su grupo de Segunda B y atrevido. En un ambiente perfectamente copero retó al Atlético durante un cuarto de partido, exactamente hasta que el central Dani Torres bloqueó con las manos un remate franco de Diego Costa. El defensa se fue expulsado y el delantero puso el 0-1 en el penalti. A partir de ahí, cuesta abajo y a placer ante el equipo de Manuel Herrero, un buen Jaén que acusó el golpe, penó hasta el descanso y plantó cara hasta que le aguantó la gasolina en el segundo tiempo. El Atlético dejó minutos de complacencia y de un perfil demasiado bajo pero sentenció la eliminatoria con dos goles más, el último de Raúl García, que es un rinoceronte cuando ronda el área, casi en el pitido final y el segundo de Adrián, que curiosamente marcó en la fatídica noche de Albacete y que, quién lo iba a imaginar, logró así su primer gol de la temporada. Eso sí, marca de la casa: desmarque, diagonal con el balón cosido y remate cruzado de pura clase. El Adrián al que tanto se echa de menos y no el delantero timorato que minutos después falló un remate franco ante un agigantado Toni García, el portero que siendo casi un niño entrenó con el Sevilla en el que estaban Maradona… y Simeone.
El Atlético no jugó especialmente bien pero tuvo suficiencia y buen funcionamiento. Se ha acostumbrado a fallar y no falló, sigue con el optimismo desatado y está virtualmente en octavos de una Copa que le hizo un guiño caprichoso en el sorteo. Las cosas van bien, tan bien que ya casi ningún colchonero lo perciben como la antesala del bofetón. Buenos tiempos….