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Jeison Murillo

"Viví cosas que aquí no suceden a diario"

"Nunca bajaré la cabeza por decir que vengo de un barrio humilde", dice. Es esta unas de las claves de su éxito.

P. Checa
Jeison Murillo.

¿Qué le motivaba en sus inicios como futbolista?

Ver a mi padre jugar al fútbol, aunque no lo hacía profesionalmente. El fútbol me vino primero por la familia y después fue una diversión, como todo niño. Empecé en una escuelita en la que fui creciendo poco a poco hasta que ví que podía ser mi profesión, aunque no lo terminaba de asimilar. Después entendí que era la opción más bonita para mí y mi familia.

¿Cuándo se da cuenta de que este es su modo de vida?

Cuando entro a formar parte del Deportivo Cali. En sus categorías inferiores se formaban grupos de jugadores a los que se intuía una buena proyección, y era uno de ellos. Para mí era un privilegio poder estar es ese grupo de jugadores de talento, costaba mucho estar ahí, y tenía cualidades que quería aprovechar.

¿A quién recuerda?

Muchos de mis compañeros son profesionales en mi país. Estaba Héctor Quiñones está ahora en el filial del Oporto. En aquellos años me enfrenté a James Rodríguez, quien ahora juega también en el Oporto.

¿En qué jugadores se fijaba cuando empezó a destacar?

En mi paisano Iván Ramiro Córdoba, ahora en la directiva del Inter. Y en Thiago Silva: es fuerte, inteligente, rápido en el corte y va bien de cabeza.

¿Por qué el fútbol es tan importante en Sudamérica?

Es una pasión. Se vive a muerte, como en ningún otro sitio. Lo llevamos en las venas, se nota en las calles desde que somos muy pequeños. Hay mucha calidad y talento, y el principal problema es el económico. Lo valoramos tanto porque desde niños le cogemos mucho cariño. En Sudamérica es lo más prestigioso.

Tanto como venir a Europa.

Es el sueño de cualquier jugador sudamericano. Es muy hermoso, y tengo la oportunidad de vivirlo. Las ligas aquí son mucho más prestigiosas. No se trata de quitar méritos, pero aquí están los mejores jugadores y equipos, y todos queremos ser parte de ellos.

¿Cómo le ficha el Udinese?

Había jugado el Mundial sub 17 de Nigeria, en 2009, en el que fuimos cuartos tras perder contra España tras un gol de Isco. Volví un par de días a mi país y asistí a una conferencia con niños para explicarles mi experiencia. A la salida un periodista colombiano me llamó para decirme que había sido vendido al Udinese, y yo no tenía ni idea. Cuando llegué a mi casa mi familia estaba más avisada que yo. Mi madre lloraba porque era un sueño hecho realidad, la oportunidad de mi vida. Le doy gracias a Dios. Desde pequeño siempre dije que quería ser profesional. En ese momento tenía la experiencia de la selección colombiana y una buena exposición.

¿Le cuesta evadirse de los problemas de delicuencia que atraviesa su país?

Vengo de un barrio muy humilde; siempre lo he dicho y nunca agacharé la cabeza por ello. He vivido cosas que aquí no se viven a diario. Pero mis padres siempre me han dado buen ejemplo. He tenido muchos amigos que no han ido por el camino bueno, y siempre quise afrontar las cosas con madurez. Gracias a Dios, no hemos tenido problemas. Quise salir adelante y buscar el mejor camino.

¿Con qué se queda de su experiencia en Cádiz?

Llegué como cuarto central, y acabé siendo el primero. Le doy gracias a Dios y a mí mismo por creer en mis condiciones y darme la facilidad de hacerme con un puesto.

¿Dónde está su techo?

Cada jugador mira hacia los equipos grandes, y en mi cabeza siempre ha estado el Barcelona. Es un equipo muy grande. No es fácil, pero nada es imposible en esta vida.

Compartir bandera con Falcao debe ser otra motivación.

Para todo los colombianos es un orgullo que un jugador así de la cara por tu país. Está en su mejor momento, y te hace decir: "Es mi compatriota". Es un espejo. Tiene las cosas muy claras desde que estuvo en Argentina. Y ahora todo le sale muy bien, mete cada pelota que tiene.