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liga bbva | betis 2 - atlético 4

Al Atlético le sale todo bien

El Betis se adelanta dos veces pero el Atlético, en pleno estado de optimismo, remonta. Doblete de Falcao y decisivo error de Álvarez Izquierdo, que dejó al Betis sin un penalti y con nueve.

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<strong>OTRO DOBLETE DE FALCAO.</strong>
OTRO DOBLETE DE FALCAO.

Han pasado cinco jornadas y el Atlético es segundo, a dos puntos del Barcelona y con seis más que el Real Madrid. Ha marcado un gol más que el equipo azulgrana y Falcao es Pichichi con siete, uno más que Leo Messi. El Atlético todavía no ha perdido y ha enlazado cuatro victorias después de arrancar la Liga con empate ante el Levante. Este partido en el Villamarín, además, venía retrasado por aquella fiesta que se permitió en Mónaco, donde zarandeó al Chelsea y lució palmito, por segunda vez en pocos meses, con toda Europa mirando. Es decir: el Atlético es feliz, viaja con viento de cola y saca partidos jugando, bien, regular y mal. Golea o remonta, es brillante o práctico pero siempre solvente. Minimiza errores, no pierde la fe y no protagoniza desfallecimientos fantasmagóricos ni carambolas circenses. Este Atlético planta cara a la adversidad o la envía, a golpe de ánimo, al espíritu de los rivales. El Atlético es feliz y se siente protagonista y aspirante, se siente grande. Mucho tiempo después y gracias a todo lo que le ha pasado, todo bueno, desde la llegada casi mesiánica pero finalmente tan oportuna como bendecida de Simeone.

El Atlético ganó y es segundo y el Betis perdió y queda en la zona noble, con los huesos machacados, los nervios electrificados y muy poco premio para una propuesta de juego que es valiente, estética y, se está viendo, también efectiva. Al Betis se le quedó cara de tonto y al partido también porque después de un primer tiempo de emociones fuertes y cruce de artillería apareció Álvarez Izquierdo para primero desquiciar a Mel, al equipo y a la grada y después errar en la jugada que decidió el partido. En el arranque del segundo tiempo, con 2-1, pitó (bien) un penalti a Falcao que supuso la roja a Perquis en una de esas aplicaciones del reglamento tan canónicas y ortodoxas como, o eso suelen parecer, excesivas. Media hora después y con 2-3 llegó el desastre con un centro al área de Asenjo que Filipe y Campbell, por este orden, tocaron con la mano. El árbitro no vio el toque (insisto: con 2-3) del brasileño pero sí la infracción del bético, que vio la segunda amarilla y dejó a su equipo con nueve, derrotado y evidentemente agraviado.

Castigo para el Betis, que planteó uno de esos partidos de ida y vuelta en los que pesca por arrestos y conceptos, por talento. Bien el centro del campo con Rubén Pérez remando y Beñat moviendo maquinaria pesada con una pluma estilográfica, y bien el despliegue ofensivo de con Juan Carlos y Agra en las bandas y Pozuelo y Rubén Castro por dentro. Con máxima eficacia, Agra marcó el primero en casi la primera buena oportunidad de su equipo y con un centro chut que nadie tocó. Después y con empate, Juan Carlos marcó el segundo al borde del descanso con un toque fortuito que descuadró a Asenjo, que tuvo alguna parada de mérito y algún ataque de nervios. Eso bastó al Betis en un primer tiempo en el que Casto, portero de días, hizo un par de paradas excepcionales, para los resúmenes de la temporada una a Falcao, abajo y a bocajarro.

Esa jugada era la enésima que rebanaba en el área el colombiano, el séptimo de caballería encerrado en un solo cuerpo y el delantero más en forma del mundo. Condiciona completamente el juego del rival, atrae defensas y genera espacios y tiene un imán, mucho más que instinto, para entender antes que nadie dónde y cuándo va a aparecer cada jugada. Su primer gol fue un remate de esos que parecen fáciles y no lo son y el segundo, de penalti, eleva a oficial (7 dianas) su condición de goleador del momento. Junto a Falcao, el primer tiempo de un Atlético animoso estuvo conducido por la capacidad de Arda para generar fútbol en la zona de tres cuartos y en dirección al área rival. Por el centro o cayendo a las bandas, el turco fue una turbina que permitió las apariciones del Cebolla y sobre todo de Raúl García, un jugador poco trascendente en el juego pero de primer nivel en segunda oleada, llegando y apareciendo en el balcón del área. Así remató la goleada.

Simeone tuvo al Atlético tenso y vivo, de lleno en el partido con el marcador en contra y a favor. No jugó un Adrián que sigue peleado con la musa y Koke entró en el segundo tiempo, pero el Atlético es hoy un bloque que, o eso parece, funciona más allá de nombres, Falcao al margen. Falcao es la diferencia, el elemento que le eleva por encima de casi todos. A este equipo ahora mismo bendecido le funciona todo: se va el colombiano y Diego Costa entra y marca menos de tres minutos después. Hasta la ruleta rusa arbitral le favoreció esta vez y así, a golpe de optimismo desatado y eficacia probada, marcha segundo y con cara de aspirante. O de que cree serlo, y eso ya es una excelente noticia en el Calderón.