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Que alguien calle a don Radamel

Provocador o insensato, el tipo se ha entrometido sin venir a cuento en la semana grande del Atlético y en su romance de amor con el delantero del momento, su propio hijo. Y además con reiteración. No es que se le escapara (o no) que el objetivo de Falcao es jugar en el Madrid, es que ayer insistió: "No es pecado hacer eso". Y con una peligrosa coletilla final, tipo Forlán, rebajando al Atlético a la voz de "mi hijo quiere jugar en los mejores equipos del mundo, ya verá cuál". Don Radamel necesita un libro o un bozal.

Alguien debería advertirle de que su gracia no sólo sí es pecado, sino que en la religión del Atlético es el mayor de los pecados. Los católicos no pueden comer carne los viernes de vigilia, los musulmanes no prueban el jamón y los atléticos no deben mentar, ni en sueños, al Madrid. Es el único innegociable que implica ponerse la rojiblanca. Los atléticos son así. Pueden proporcionar el cielo desde sus gargantas, pero a la que muerdes la manzana te bajan de ahí. Las ofensas de escudo no se calman ni con goles. Las rayas están por delante. Otros ya lo vivieron. A Falcao le costará salir del charco en el que le han metido. Pero mientras estudia cómo, le conviene callar de una vez al padre que lo 'parió'.