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Liga BBVA | Real Zaragoza 0-Málaga 1

Camacho saca oro de un arenal

El Málaga capitaliza un error y se pone arriba. El estado del campo marcó el choque. Romaric falló dos claras. Segunda derrota del Zaragoza en casa

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<b>MÁS PELIGRO. </b>La salida de Aranda, que en la foto trata de rematar de cabeza, permitió el Zaragoza ser algo más incisivo en el tramo final del partido.
MÁS PELIGRO. La salida de Aranda, que en la foto trata de rematar de cabeza, permitió el Zaragoza ser algo más incisivo en el tramo final del partido.

El Málaga ha tomado velocidad hacia la cabeza, aunque esta vez ganó con el ritmo contenido que suele asociarse a una resaca europea -aunque al equipo no se le vio precisamente remolón- y sobre todo a un terreno de juego polvoriento como el de La Romareda. El equipo de Pellegrini no impuso la brillantez; esta vez apareció una versión alternativa de rentista avispado: esa otra cara la encarnó el gol de Camacho, que encontró oro en el primer palo cuando entró a cabecear un córner de Eliseu y no encontró oposición en Romaric, muy laxo en su cobertura. El tanto resolvió un partido de poco vuelo. No cabía otra posibilidad en un arenal que acaba de ser resembrado y en el que la construcción de fútbol se atragantaba entre nubes de polvo. Con dos derrotas en casa, el Zaragoza asoma un perfil de equipo que habrá de pelear hasta el final: se le aprecia todavía la ternura de un bloque que debe juntar muchas piezas y madurar algunas otras.

El Zaragoza reiteró su trayectoria del debut con el Valladolid: enérgico en el arranque, muy celoso en la defensa, largó varios contraataques ventajosos aprovechando que en los regresos el Málaga quedaba mal posicionado. El equipo de Jiménez tiró las primeras manos y contó las oportunidades iniciales. Romaric tuvo dos evidentes de gol, sobre todo una dejada de Pintér en la que el remate de zurda del costamarfileño, de frente al marco, resultó una chapuza. Luego, poco a poco, el partido se le fue escurriendo de entre los pies al equipo aragonés, conforme Eliseu dibujaba un par de llegadas bien peligrosas en el segundo palo.

La impresión de control del Málaga -desde luego no apabullante, pero sí sereno-, creció conforme el partido se aproximaba al intermedio. El cambio de registro tuvo que ver con la jerarquía de Toulalan, uno de esos futbolistas de perfil mixto: lo mismo te corta un balón que reordena el juego, defiende o llega, va abajo o dibuja una filigrana pragmática. El francés hace de todo. Si le pides un bacon con queso, también lo hace. Mientras Eliseu bullía camino del área, Joaquín retrasó su posición y empezó a hacer esas conducciones suyas ideadas para abrir camino y comprometer defensas. El Málaga enganchó ese banderín. El portuense tuvo un bajón mediado el segundo tiempo, pero acabó otra vez de subida, cuando Camacho ya había marcado el gol que sería ganador.

Sin filo.

El Zaragoza, que no es un equipo cómodo para clavarle un diente, sí acusa debilidades notorias a balón parado. Roberto no puso a nadie en los palos en los saques de esquina y, aunque Romaric defendía la zona, no llegó a impedir el cabezazo de Camacho. Demasiada ventaja, porque tampoco Roberto es un portero autoritario arriba. Así que el Zaragoza debió afrontar de nuevo la obligación de un marcador adverso. Otra vez con más empeño que argumentos. Con menos pegada que intención. Culminado el periodo de fichajes, Jiménez no quiere hablar de los que no están. Hace bien, por cortesía con lo que tiene y por conveniencia psicológica. Sin embargo, la falta de un delantero que aportase más gol ha sido, todo el verano, ese elefante en la habitación al que nadie nombra, para que no crezca la psicosis. Pero el elefante va a seguir ahí. Todos lo vemos.

El Málaga, mientras, hizo debutar a Saviola tras el descanso. Fabrice, el goleador más joven de la Liga, conoció ayer la otra cara de la luna. Durante sus 45 minutos, a Saviola lo acompañó ese latente campanilleo de advertencia que siempre tuvo su juego. No acabó de encontrarse con Joaquín, pero dejó un aire de promesa. Al otro lado, Jiménez volvió a tocar a rebato con tres puntas, con Aranda y Jorge Ortí; más Víctor Rodríguez, para ver si le daba más contenido ofensivo a su banda que Wílchez. Aranda peleó lo indecible, Montañés obligó a Willy y José Mari lo intentó de lejos. Pero nadie pudo doblegar el rigor de Demichelis y Weligton. Eliseu aún hizo sonar otro aviso y el Málaga, con un golito en un partido poco generoso, se puso en cabeza de la Liga, a la espera de lo que hagan los demás. Una alegría indicativa. El Zaragoza durmió en su realidad: la de un equipo que necesitará el paciente sustento de su grada para compensar lo que le falta en el campo.

Saque de honor de Andrea Blas

La waterpolista zaragozana fue homenajeada por el Real Zaragoza y por todo el estadio, después de haber participado en la brillante medalla de plata del equipo femenino español de waterpolo en los Juegos de Londres. Hizo el saque de honor y el club le regaló un abono en el descanso.