La marcha de Pep otorga protagonismo a Laporta

Joan Laporta da sentido a aquello de que el hombre jamás está contento con lo que tiene. Cuando era presidente del Barcelona quería ser político. Y ahora que es diputado en el Parlament de Catalunya y concejal del Ayuntamiento de Barcelona anhela ser presidente del Barça otra vez.

En una entrevista concedida a EFE esta semana, Laporta ya reconoce abiertamente que está en sus planes de futuro regresar al Camp Nou: "Es una reflexión que he hecho al final de la temporada, tras analizar cómo estaba yendo todo y cuando he tenido una percepción clara que la actuación de la actual Junta está obsesionada en destruir lo que hicimos. Y como estoy muy orgulloso del modelo de Barça que construí, ante la pregunta de si me volveré a presentar, respondo que sí, me lo estoy planteando".

Laporta, cuyas apariciones públicas tienen cada vez menos eco mediático en medios barcelonistas, juzga justificado su hipotético regreso por lo que él considera "una obsesión por destruir lo que hicimos cuando les entregamos un Barça que estaba muy bien". Además, asegura que la marcha de Guardiola era evitable: "Sin Pep, el modelo deportivo queda desvirtuado, ya que aún había más recorrido con él". Y abunda: "Si durante la temporada se hubiesen hecho según qué cosas y se hubiese contribuido a que Guardiola no se sintiera tan vacío... por ejemplo, cuando se acusó al vestuario de dopaje; el presidente tendría que haber salido al día siguiente de forma contundente. Nosotros lo hicimos con Le Monde. No como ahora, haciendo equilibrios, surfeando... teniendo al entrenador preocupado. Pep ha hecho funciones que no le correspondían".

Dureza.

El político no desaprovecha la oportunidad para dedicar unas duras palabras a la actual directiva que encabeza Sandro Rosell: "La gente ha percibido que ha habido un intento indecente de perjudicar nuestra reputación. Quizá fue una rabieta de estos niños mal criados. Al final, han acabado siendo gente que está resentida y que son inmaduros".