Grupo B | Dinamarca 1 - Alemania 2
Alemania no se enreda
Cerró el liderato cuando olió el miedo a un accidente. Dinamarca, eliminada con la cabeza alta.
Alemania se tuvo que abrochar la cremallera y ajustar el sombrero para cerrar una clasificación más seria de lo que parece. Los de Löw pasan primeros de grupo tras deshacerse de Dinamarca con más formalidad que brillantez. Es Alemania. Tiene varios registros. Y este también vale.
Fue clave para ello que Müller saliera con las revoluciones que le caracterizan. Su dinamismo zarandea a las defensas contrarias. Es un Pedro. Un Callejón. Jugadores que comenzaron como delanteros pero a los que la banda les alivia de la presión goleadora. Suyos fueron los primeros acercamientos alemanes y en uno de ellos serpenteó por la derecha en la jugada con la que se adelantó Alemania. Podolski, igual de vivo en los 100 partidos que ayer completó, marcó para demostrar que este equipo muerde hasta con el protector bucal puesto. El empate le valía, pero qué es el empate para un alemán. No existe.
A Dinamarca el paraguas no le alcanzaba para mantenerse seco. Bastante hacía con repetir la elogiable estrategia de tratar bien la pelota y querer sacarla desde atrás. Sin embargo, hay equipos que obtienen más rendimiento que el que sus recursos le permiten y el danés es uno de ellos. Así, al poco de verse por detrás, inquieto por el descomunal apetito de su rival, encontró petróleo en un córner tras una prolongación de Bendtner y un remate de Krohn-Dehli.
El empate menguó un poco los ánimos de Alemania, a la que su instinto le pedía lanzarse al vacío y su cabeza salvaguardar lo que tenía. Lo primero se tradujo en una buena ocasión del llegador Khedira; lo segundo, en el paulatino bajón de ritmo que sosegó las cosas y calmó algo el oleaje.
Victoria. Pero los partidos se hacen largos cuando enfrente está una de las grandes. Mucho, en el caso de esta Alemania. Por eso el gigante abrió los ojos, estiró las piernas y se levantó de nuevo. A Dinamarca casi le había dado tiempo a atarle de pies y manos mientras duró la siesta. Así sería si Jakob Poulsen hubiera afinado más en un lanzamiento desde la frontal que lamió el poste. Sus opciones parecían estar ahí, pues después de aquello comenzó a chispear y luego llegó otro diluvio germano.
El primero en constatarlo fue el recién incorporado Schürrle, al que Pedersen adivinó las intenciones con otro paradón. Luego el choque se convirtió en ese enjambre habitual de pases y combinaciones alemanas al borde del área. Parecía que el gol era cuestión de tiempo, aunque a Dinamarca le dio tiempo a reclamar antes un posible penalti por agarrón a Bendtner. Pero el puñetazo en la mesa llegó cuando de verdad se olía el miedo a un accidente. Bender marcó para sellar el liderato. Seria Alemania. Fiable. Sin enredarse.