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GRUPO A | GRECIA 1 - REPÚBLICA CHECA 2

La República Checa vive y acerca a Grecia al abismo

Grecia cede dos goles en los primeros seis minutos, recorta distancias en la segunda parte, pero no puede completar un nuevo milagro. Los checos se vengan de la semifinal de 2004.

Los jugadores de la República Checa celebran el gol de Pilar.
Los jugadores de la República Checa celebran el gol de Pilar. FRANCISCO LEONGAFP

Necesitaba la República Checa una reacción potente en esta Eurocopa, sino quería quedarse fuera tras el descalabro ante Rusia (4-1). Y que mejor rival que Grecia, verdugo checo en las semifinales de la Euro de 2004, para hacerlo posible. El planteamiento fue exquisito. Con absoluto dominio, los checos fueron echando para atrás a los griegos, una selección que vive demasiado de la especulación. En esa peculiar táctica no entraba la opción de recibir dos goles en los primeros seis minutos. El primero obra de un velocísimo Jiracek, que aprovechó un gran pase de Hubschman para batir en el uno contra uno a Chalkias; el segundo, tras un centro de Gebre Selassie desde el límite del campo y que Pilar acertó a rematar con la pantorrilla. Con la vida resuelta, los checos se dedicaron a defender. Al inicio de la segunda parte, Grecia acortó distancias, pero la República Checa ya había perpetrado su venganza, dejando al borde del abismo a los griegos.

Huérfana de técnica, todo nervio y corazón, Grecia basa su fútbol en la colocación de sus futbolistas sobre el terreno de juego y en el tesón de algunos jugadores como Karagounis, Katsouranis, Gekas o Salpingidis. De esta teoría vivieron en la Eurocopa de 2004. Lo mismo exhibió en el encuentro ante Polonia, que a punto estuvo de ganar tras empatar con un hombre menos sobre el césped. El problema llega cuando, en un sistema tan mecánico como éste, las piezas se descolocan (la lesión de Papadopoulos y la sanción de Papasthatopoulos condicionaron el once). Entonces todo se desmorona. Además, si los griegos no están sometidos, sufren al tener que mandar en el encuentro.

Esta vez, la sumisión al fútbol checo le salió mal de inicio a los balcánicos. En apenas seis minutos, la selección helena ya había faltado a su primer mandamiento ofreciendo todos los caminos posibles a la imaginación de Jiracek. El checo, sabedor de lo que se jugaba su país, creó el primer gol en el minuto tres. Un pase en profundidad de Hubschman dejó sólo al del Wolfsburg, que no perdonó ante Chalkias. 180 segundos después, Jiracek, otra vez, adivinó el movimiento de Gebre Selassie. El lateral aceptó la invitación, puso un centro desde la línea de fondo y, con mucha fortuna en el remate de Pilar, los checos terminaron de incendiar la improvisada resistencia griega. En tan sólo seis minutos, Grecia había dilapidado el titánico esfuerzo hecho ante Polonia; mientras, la República Checa seguía con vida en la Euro.

Aún así, con la irreductible Grecia delante los partidos se hacen eternos. Tras una primera parte insulsa, Fernando Santos volvió a buscar un golpe de efecto en su banquillo. Lo encontró esta vez en Gekas. El delantero, un carroñero del área, aprovechó un clamoroso fallo de Petr Cech y marcó a puerta vacía. Grecia se lo creyó, pero la reacción, aunque apareció al inicio de la segunda parte llegó demasiado tarde. Los checos diseñaron el partido a la perfección. Con dos goles de ventaja endurecieron el duelo, lo llevaron al límite y Grecia, a pesar del acercamiento, se empantanó en su propio fútbol. Lo intentó, pero la lentitud con la que los helenos mueven la pelota impidió que los checos se viesen sorprendidos en algún momento. Y esa fue su sentencia. 90 minutos después,la República Checa sigue viva; Grecia, sin embargo, ve mucho más cerca el abismo.