GRUPO C | Irlanda - Croacia
El catenaccio viste de verde
Trapattoni alineará una zaga de contundencia obscena liderada por Dunne y parapetada por dos rottweiler, Andrew y Whelan, horneados en la fragua de las profundidades del fútbol irlandés.
Giovanni Trapattoni ingresó en la sala de prensa con su aire de galán seductor de mirada turquesa y advirtió: "No es tiempo de violinistas. Toca competir". Poética forma de advertir que no habrá concesiones para el jogo bonito o los fantasistas en Irlanda. Trapattoni alineará una zaga de contundencia obscena liderada por Dunne y parapetada por dos rottweiler, Andrew y Whelan, horneados en la fragua de las profundidades del fútbol irlandés, desde la cuarta división a la primera. Arriba dos extremos cambiados de banda para maquillar los años de Duff, ahora corre más la pelota que él, y presumir de los de McGeady. Y si la cosa se pone fea, pelotazo para que Long prolongue y caiga el balón en el área a Robbie Keane. Ahí esconde Trapattoni al violinista. Finalmente jugará Shay Given, cortina de humo montada por el viejo zorro italiano para aislar al equipo de los medios.
Pendenciera. En la trinchera de enfrente Slaven Bilic sufre una plaga de lesiones. Ha perdido a Lovren y Olic, pero tiene un equipo con talento. La incógnita es saber si los inconstantes croatas serán capaces de sortear las numerosas trampas ideadas por Trapattoni o perderán antes la paciencia. Por eso Bilic, central poderoso que desarrolló gran parte de su carrera en Inglaterra, sabe que la pendenciera Irlanda es, probablemente, la peor pareja de baile para su coyuntura actual. Irlanda no atenderá a razones, se encastillarán en su área y tratarán la pelota con destemplanza. Cada patadón será jaleado por los 20.000 irlandeses que han invadido Poznan, algo que reforzará las numantinas pretensiones de su rival.
Ahora precisamente que Italia coquetea con el balón, Trapattoni pretende salvaguardar el entrañable catenaccio tiñéndolo de verde al grito de "no es tiempo de violinistas". En realidad, para él nunca lo fue.
Los 20.000 irlandeses ganan por goleada en las calles de Poznan
Las calles de Poznan son un hervidero en las horas previas al partido. Los irlandeses se han ido concentrando en esta bella ciudad del nordeste de Polonia en el que en los días previos se han mezclado con su habitual simpatía y jolgorio con los habitantes de la ciudad, muchos de ellos universitarios. Los irlandeses se han hecho fuertes en la Stary Rynek, la vieja Plaza Mayor, en la que se encuentra el Ayuntamiento, que está apenas a cien metros de la Fan Zone. Los croatas se dejaron ver también ayer por la ciudad con sus ruidosos cánticos y sus camisetas ajedrezadas en las que el nombre más repetido no era el de un jugador de la actual selección. Era el del actual presidente de su federación, Davor Suker. Croatas, irlandeses y los anfitirones polacos demostraron buena sintonía y mucha sed, como queda de manifiesto en la imagen superior. La noche se hizo larga en Poznan.