Año y medio después ya no resisten ni las fotos
Alí se presentó en enero de 2011

Permitan que les guíe y deslicen conmigo la mirada hacia los ufanos personajes que posan en la foto inferior. La imagen es irrepetible. Quienes mandaban han dejado de hacerlo y a quien todavía manda no le encuentra ni Philip Marlowe. La reunión tuvo lugar en la sala de trofeos del Racing el 31 de enero de 2011 y fue la presentación oficial de Alí Syed como nuevo propietario del club. El empresario indio, de currículo vaporoso, acaba de hacerse con la mayoría del accionariado, respaldado a su diestra por Miguel Ángel Revilla, entonces presidente de Cantabria, y a su siniestra por Francisco Pernía, en aquel momento presidente del Racing.
En honor a la verdad hay que admitir que Alí Syed no sólo los engañó a ellos. Cuentan que el presunto magnate llegó a Santander acompañado de cuatro limusinas blancas y una docena de guardaespaldas con pinganillo. Ahora sospechamos que podrían estar escuchando Carrusel Deportivo. La flota de limusinas se redujo hasta quedarse en coche cinco puertas y en Alí se descubrieron costumbres más propias de Manolito Gafotas que de un tiburón de las finanzas. Primero, el foulard; después, la sonrisa; por último, la pizza con anchoas. En una ciudad repleta de emporios gastronómicos, Syed sentía una irreprimible inclinación hacia la Pizzería Britannia, nueve euros la mediana.
Pese a todo, nadie cayó en la trampa, quizá de puro infantil. Extravagancias de ricachón. Míster Marshall con jersey de lana. Tal vez en la India se vistan así.
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Trama. Cuentan que Syed también fue engañado. Ha puesto dinero que no le devolverán (alrededor de cuatro millones) y ha perdido mesa preferente en la Pizzería Britannia. Dicen que era testaferro de un príncipe de Bahrain que se distrajo con las revueltas. Podría ser. Siempre pareció un chófer al que tratamos como un jeque.
La realidad es que el Racing sufre una maldición que exige llenar la Fuente de Cacho de agua bendita. Sin resolver el caso Alí, la sombra de Piterman vuelve a rondar. Si la Segunda División espanta a estos buitres el triste descenso habrá sido un título.



