Liga BBVA | Racing 2 - Osasuna 4
Un partido que no sirvió para nada más que acabar
Osasuna se quedó en la frontera y el Racing, en el hoyo.
Menos mal que hubo provisión de pipas en los bares de El Sardinero. A eso, a comer pipas, se dedicaron los seguidores de Racing y Osasuna en la noche de ayer. La emoción no les pasó ni rozando. A los locales, porque su reino no era ya de este mundo desde hacía un mes, y a los navarros, porque las combinaciones de resultados no le dieron en ningún momento esperanzas de poder poner la guinda a la temporada. El partido sólo sirvió, que no es poco, para acabar. En el caso de los racinguistas, para acabar de una puñetera vez. 20 partidos sin ganar, desde el 15 de enero en Pamplona, y un proceso de descomposición del club, del equipo y del vestuario que lo único que resta es empezar con el desinfectante.
Sorpresa. El primer minuto fue una alucinación colectiva: el Racing pareció el Athletic de Bielsa. El de Old Trafford, no el de Bucarest. Arrolló a Osasuna como si se estuviera jugando algo y como si en realidad fuera un buen equipo. Llegó en 60 segundos tres veces a la línea de fondo y al cuarto remate consiguió adelantarse en el marcador. Ahí se acabó lo bueno para los cántabros.
A partir del cuarto de hora ya sólo hubo un equipo sobre el terreno de juego, Osasuna. Y eso que los de Mendilibar no fueron ese equipo agresivo que lleva en su ADN, no. Simplemente se limitaron a esperar su momento, que el Racing fuera el Racing. Y claro (aunque Osasuna es su rival fetiche), el Racing acabó siendo el Racing y encajó cuatro goles en cuatro acciones, a cual más absurda. Hubo otras de más mérito de los visitantes, justos vencedores, pero no acabaron en gol (uno fue anulado injustamente). Los tantos llegaron en jugadas raras, propias de la defensa de chiste en que se ha convertido la del Racing hace tres meses.
El partido dejó ayer sensaciones agridulces a ambas parroquias, la local, hundida y enfadada, se quiso ilusionar con los chavales. Con Mario, con Rivero, con Jairo y para ellos fueron las únicas ovaciones. Los osasunistas, justamente orgullosos de los suyos, se fueron de El Sardinero diciendo adiós al que fue, otra vez, su mejor jugador, Raúl García.
El detalle. El público la tomó con Toño
A pesar de no estar jugando, Toño, el futbolista más destacado del último lustro, fue reiteradamente recriminado desde la grada. Los incidentes de Zaragoza le pasaron factura. A otro que le cayó 'la del pulpo' fue a Kennedy, antaño el ojito derecho de la afición racinguista.