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Liga BBVA | Rayo Vallecano 1 - Granada 0

El Rayo se salvó en el 91'

Tamudo marcó el gol del triunfo del once vallecano.

<b>ÉXTASIS. </b>Trashorras celebra con Tamudo el gol del ariete rayista y la continuidad del equipo vallecano en Primera.
ÉXTASIS. Trashorras celebra con Tamudo el gol del ariete rayista y la continuidad del equipo vallecano en Primera.macario muñoz y rafa aparicio

Pocas veces una reseña se comienza por lo que sucedió al final de un partido, aunque esta vez es de obligado cumplimiento. Minuto 91, el primero de los tres que Undiano Mallenco decretó como prolongación por el tiempo perdido durante el encuentro, Piti lanzó con su pierna izquierda, el balón topó con un defensa del Granada, pero cayó junto al pie de Michu, que volvió a tirar para encontrar el larguero y el rechace lo aprovechó Tamudo para marcar el gol que deja al Rayo en Primera y manda al Villarreal a Segunda.

Sólo Alfred Hitchcock, el maestro del suspense, hubiera podido escribir un guión acorde con lo que sucedió ayer en Vallecas. El Rayo estuvo virtualmente descendido durante 33 minutos, desde que marcó el Zaragoza el primero de sus goles en Getafe y él no era capaz de encontrar el camino para hacerlo. El Granada estaba tranquilo, el empate le valía para salvar la categoría, máxime cuando el Atlético hizo un tanto en Villarreal, porque ya no descendía ni con una derrota.

Vallecas estaba al borde del ataque de nervios, pero tan sólo quienes pedían a gritos un desfibrilador por si una emoción tan fuerte le pasaba factura a su corazón habían abandonado las gradas. Entonces sucedió, entonces volvió a producirse un nuevo Tamudazo. El ariete acabó con el sufrimiento de los rayistas en el último suspiro del encuentro.

Lo anterior. ¿Y antes de eso? ¿Qué pasó antes? Pues muy sencillo, Rayo y Granada salieron al ataque desde el inicio. La necesidad apretaba y ninguno quería tener un final de infarto. Ilusos. Ese todo por el todo lo dominó mejor el conjunto andaluz de inicio. El equipo de Abel tenía el balón y el de Sandoval corría detrás de él. Ighalo sembraba el terror en la defensa vallecana cada vez que contactaba con el esférico. La mejor ocasión, sin embargo, la tuvo Michu, que se aprovechó de un resbalón de Borja Gómez para plantarse ante Julio César, pero su disparo se marchó fuera.

El esquema varió en la segunda mitad. El Rayo fue el dueño del balón, pero más a base de corazón que de argumentos ofensivos, mientras que el Granada dio un paso atrás y prefirió emplearse a fondo en defensa y en los contragolpes. Cobeño sacó una mano providencial para el Rayo en una vaselina de Martins. El tiempo se acababa... pero apareció Tamudo.