Liga BBVA | Villarreal 0 - Atlético de Madrid 1
Falcao baja al Villarreal
Un gol en el 88' envía a los locales a Segunda. Pese al triunfo, el Atleti no jugará Champions. El miedo atenazó a los amarillos. El Tigre, 36 tantos en total.
El deporte es increíble. Increíble y brutal. Extremo en la alegría y en el dolor. Bastaron dos minutos para cambiar el destino de cuatro equipos: un gol de Falcao en El Madrigal en el 88' y otro de Tamudo en Vallecas segundos después removieron la tierra bajo los pies del Villarreal, que desciende a Segunda (arrastrando a su filial en la caída), y salvaron a Rayo y Granada, señalados como víctimas durante casi toda la jornada. Y curiosamente, el desencadenante de la locura, el Atleti, no ganó nada ganando; muy suyo. El Málaga hizo los deberes y jugará la Champions. Los de Simeone se conformarán con la Europa League y el futuro de sus estrellas queda en vilo.
Si esta era su despedida, Falcao la llevó a cabo como Sinatra: a su manera. Y su manera, ya saben, es marcar goles como quien respira. Con el de ayer, al cabecear un córner sacado por Diego tras uno de esos saltos superhumanos tan suyos, cierra la temporada con 36 tantos (24 en Liga y 12 en Europa). Una barbaridad que el Atleti debe luchar por retener cómo sea.
"Ojalá nunca lo hubiera fichado", pensará el Villarreal, contra quien parece tener algo El Tigre. Con el Oporto, le fulminó en semifinales de la Europa League con cinco goles (cuatro en la ida y otro en la vuelta) y mantuvo el castigo con el Atleti: dos en el 3-0 del Manzanares y el fatídico de ayer. Ocho en cuatro partidos es ensañamiento.
El gol tardó en llegar, pero no resultó sorprendente. El Atleti nunca pareció creer en la Champions, pero el Villarreal dejó claro desde el inició que él sí creía en el descenso. Decir que estaba nervioso no es ser tibio, es mentir: estaba histérico. Un caso de libro de equipo fino planificado para actuar en grandes escenarios obligado a buscarse la vida en tascas de puerto. Fracasó.
Tras un inicio firme, como si aún le durase la adrenalina de Bucarest, el Atleti se fue adormeciendo. Sólo Salvio estaba activo, hiperactivo incluso, lo cual tampoco es necesariamente bueno. El Villarreal tuvo tres leves ocasiones para encontrar la paz antes del descanso: Marco Ruben a la media vuelta, Senna desde lejos y Marchena de cabeza. Todos remataron fuera y no fue casual.
El gol del Málaga al inicio de la segunda parte se antojaba salvador para el Villarreal, con el Atleti perdiendo la poca fe que le quedaba. Pero pudo más el miedo. El rostro de Roig en el palco era sobrecogedor, el reloj no corría, la grada temblaba y el Villarreal encogía hasta desaparecer. Los del Cholo, casi sin querer, fueron avisando: Filipe al larguero, Salvio apurando a Diego López... Y llegaron el gol y el drama.
En el último suspiro, Marco Ruben pudo dar otro giro de tuerca al desenlace, pero cabeceó fuera. El Madrigal rompió a llorar. Es cruel un final así para un equipo que ha brillado en España y Europa durante los doce años en Primera con una gestión ejemplar. Merece un aplauso y los mejores deseos.
En cuanto al Atleti, recogió lo sembrado. Unos dirán que perdió la Champions con el postrero gol de Vela hace dos jornadas; los de más memoria recordarán el 0-0 inaugural ante Osasuna, tras un asedio romo, con Falcao y Forlán en el palco por mala planificación. En realidad, la perdió partido a partido durante meses. En el día de los milagros (salvación, Premier, Euroliga...) a él no le tocó. El deporte es increíble y, en este caso, también fue justo.