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Liga BBVA | El carrusel

Clos Gómez y el enfado de Quique Pina y Granada

La penúltima jornada de Liga sólo resolvió que la tercera plaza será para el Valencia. Todo lo demás continúa aún en juego. Desde el puesto de Champions y los de Europa League hasta las dos que faltan por repartir en el descenso. Un drama alejado de los 50 goles de Messi y el conmovedor adiós del Camp Nou a Guardiola.

Clos Gómez.
carlos martínez

El punto y final de la obra de Guardiola con Messi

Ningún maravilloso e inolvidable relato carece de punto y final. Tampoco el que ha firmado Guardiola como entrenador del Barça. Ayer vio apagar por última vez los focos del Camp Nou entre los elogios de una afición entregada a su majestuosa obra. Desde que se sentara en el banquillo culé el primer día hasta ayer han pasado cuatro años de éxitos sin precedentes en Can Barça. Perfiló y mejoró un estilo que fue también su alimento como jugador y supo sacar el máximo provecho a varios de los mejores jugadores de los últimos tiempos: Puyol, Xavi, Iniesta, Messi... Elevar al argentino a lo más alto y provocar que marque 50 goles en una sola Liga es metodología al alcance de los más afinados cirujanos. Pep lo es. Como técnico, por supuesto, y desde ahora también como leyenda.

Ramalho: el Athletic también evoluciona

San Mamés vivió anoche un día histórico. Y es que se estrenó ante tan respetado público y de forma oficial el canterano Jonas Ramalho, que ya había tenido minutos sueltos en el Pizjuán a principio de temporada. No fue un debut más. De padre angoleño y madre vizcaína, su piel negra le convierte en el primer futbolista de esa raza que juega en el club. Ya se sabe que el Athletic sólo se nutre de jugadores vascos o formados en la cantera vasca y Ramalho cumple ambos requisitos, independientemente del color de su piel. No hay duda. La mezcolanza se amplía, el mundo se reduce, la vida evoluciona. También para el Athletic. También para el club más conservador de todos.

El valor añadido de los futbolistas de escudo

El Zaragoza ya ve la cima de la montaña cuando hace unos meses era incluso una utopía pensarlo. Ayer remontó en la cuerda floja con un gol de Lafita, el último gran eslabón de la cantera maña. Gente como él es la que demandan los clubes cuando se ven en crisis. Jugadores que viven y se desviven por un escudo. Profesionales que son algo más que eso, pues llevan mamando desde niños el sentimiento por la camiseta que ahora defienden. Ese plus no tiene precio. Lafita es hijo de exfutbolista y sobrino de otro que llegó a militar en el Madrid, Javier Villarroya. Todos ellos le educaron en lo mismo, el zaragocismo. Doctrina fundamental. Biblia en La Romareda.

La labor del presidente también tiene un final

Estamos acostumbrados a la perpetuidad de presidentes y directivos de Primera en el mundo del fútbol. No hay más que echar un vistazo a la Junta Directiva de la FEF. O también a los delegados que últimamente han viajado con la Selección: Uranga, Cortés, Larrea... Sorprende por eso que Izco abandone la poltrona de Osasuna antes de que su mandato concluya. No es habitual, pero su instinto le dice que ha llegado el momento de echarse a un lado. Ayer se despidió del Reyno con el refuerzo que otorgan sus diez años en el cargo, los mejores de la historia rojilla. Eso es mucho, desde luego. Pero cerrar la puerta y saber marcharse a tiempo aún lo es más. Hasta siempre, Patxi.

El personaje: Clos Gómez

La llegada del final de Liga convierte el desafío por salvarse en una sucia pelea en el lodazal. No importan los métodos de los implicados, sólo ganar. El honor y la deportividad quedan de lado. El resultado, no. La diferencia entre jugar en Primera y hacerlo en Segunda es económicamente inmensa. Mucho más de lo que supone perder el decoro y la responsabilidad por unos días. Quique Pina, presidente del Granada, desató la caja de los truenos con unas declaraciones antes del partido ante el Madrid en las que dudaba de la limpieza del Zaragoza y su máximo responsable, Agapito Iglesias. Tampoco ayudó a la pulcritud de la competición que el Comité de Árbitros designara inexplicablemente a Clos Gómez, zaragozano él, para dirigir precisamente el choque entre granadinos y madridistas. Hiciera lo que hiciera, estaría en el ojo del huracán. Y así fue. Controlar el drama del descenso es imposible. Pero conviene acertar en las designaciones.