Liga BBVA | Sevilla 1 - Betis 2
Érase una vez Beñat
El héroe del derbi sevillano corona su cuento de hadas
Erase una vez un chico nacido en Igorre, Vizcaya, en 1987, que ingresó como alevín en el Athletic Club, el equipo de su vida, pero que con veinte años tuvo que dejar Lezama. Su físico, deficiente, y sus continuas lesiones invitaron a Caparrós a cederlo al Conquense, club con quien el utrerano mantenía una buena relación. El chico de Igorre, introvertido y que empezaba a sospechar que terminaría olvidado en los campos de tierra, fue cazado por casualidad por Miguel Valenzuela, responsable entonces de la cantera del Betis. Y allí, en los campos de la Ciudad Deportiva, siguió escondido hasta que Pepe Mel, desesperado por la descapitalización del Betis en plena huida de Lopera, le dio una camiseta de titular en un partido de Copa ante el Salamanca. Dos años después, la maravillosa historia de Beñat ya es guión para un Informe Robinson. Porque ganar un derbi con la camiseta del Betis en el Sánchez Pizjuán, ganarlo con dos goles de falta directa de distintos registros (en la ida hizo otro por encima de la barrera), es ser el rey de la ciudad, de esta nueva Sevilla verdiblanca que el bético ha soñado durante años, tan lejos como se vio de un Sevilla grande. Ese Sevilla ya son ascuas apagadas.
Reina el Betis, que adelanta en la clasificación al Sevilla. Lo hace con justicia porque en el derbi fue mucho más que su rival y, además, superó la contrariedad. Negredo dinamitó el derbi con su gol, pero el dibujo y el desarrollo del partido fue una calcamonía del trayecto de los dos equipos. El Sevilla fue gaseosa, una cartulina rojiblanca cortada pedacito a pedacito por minuto. Huidizo, no agarró el partido ni remató al rival. El Betis demostró personalidad, fe en la idea que Mel puso en marcha hace dos temporadas y que ha calado. Y sube como la espuma. Vasos comunicantes históricamente, el triunfo del Betis es el fiasco del Sevilla, que no tiene defensa posible y hasta tuvo fortuna en dos decisiones puntuales. Un entradón sin lógica de Negredo a Nelson y un penalti de Medel sobre Pozuelo. El Betis se repuso a eso y estuvo iluminado en los instantes finales de cada tiempo.
Al ajedrez también ganó Mel, que sorprendió a Míchel con Santa Cruz por la derecha (ahí jugó esporádicamente en sus inicios en el Bayern), equilibró a un equipo con fama de inestable y desequilibrado tácticamente y masticó el partido cada momento. Creyó más y encontró la gloria. Fue Beñat, que anoche era igualado en los foros con otra leyenda verdiblanca, Cardeñosa, quien ganó otro derbi con dos faltas directas. Beñat es el nuevo rey de Sevilla. Y eso es mucho.