Un derbi... y un ciclo
Si el Betis gana habrá cambio de guardia en Sevilla


Sorpasso, en italiano, no es sorpresa, simplemente adelantamiento. Pero si el Betis incendia el Sánchez Pizjuán esta noche, fundirá ambos términos. Hay un ciclo en juego en Nervión. Lo inesperado, una victoria verdiblanca, provocaría un cambio de guardia. El equipo que se inventó Pepe Mel cuando el beticismo estaba en los huesos, hastiado socialmente de Lopera y en quiebra técnica, está sólo a una victoria del eterno rival, al que vio a leguas no hace tanto, cuando el Sevilla vivía días de vino y rosas. Ha sido tal la dictadura en los últimos siete años que este escenario, por insospechado, provocó apuestas y risas a principio de curso. Ahora es una realidad. Casi 2.000 béticos estuvieron ayer en la Ciudad Deportiva para dar el último aliento a las trece barras. Baste esta pancarta de un niño: "No quiero camisetas, sólo que ganéis". Para el Betis, que ayer se salvó ya matemáticamente, es el partido de la ilusión. Para el Sevilla, favorito a pesar de todo y con Europa y la renovación de Míchel en juego, es el día del miedo.
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Cuarenta y ocho derbis en Nervión. El Sevilla ganó 28 y el Betis, sólo ocho. El morbo se mastica. Pepe Mel, paradójico vecino de La Buhaira (zona sevillista), mide a Míchel, inquilino de El Arenal (área taurina). A ambos les cruzan un pasado en La Fábrica y el banquillo del Rayo. Se tiran flores, expresan respeto, pero no son amigos. En el derbi, todo flota fuera del césped. En la previa y en el post. El envoltorio son los noventa minutos, pero eso también hay que contarlo. Hay talento: Negredo, Rubén, Navas, Beñat, Reyes, Jefferson. Manu y Santa Cruz. Pero hay temblores. El Sevilla viene de proclamar su candidez al mundo en el Bernabéu. Coke da miedo, Fazio se despista, Spahic se borra. La sorpresa es Varas, que puede seguir en el once. El beticismo tampoco se fía de Nelson, Paulao, Amaya....
Sevilla, dual como para hacer convivir un tiempo dos grandes plazas de toros (La Monumental para Joselito el Gallo, La Maestranza para Belmonte) y dos vírgenes que dividen, Esperanza Triana o Macarena, no puede vivir sin su partido. España no se para. Sevilla, sí.



