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Fiesta bávara en el hotel Palace de Madrid

Cervezas, puros y camareras vestidas con el tradicional traje bávaro se dieron cita en el Westin Palace tras el Madrid-Bayern hasta el amanecer. Una fiesta con plantilla, directiva, patrocinadores y aficionados. La expedición alemana aterrizó ayer en Múnich como héroes de guerra.

<b>CALLES DE MÚNICH. </b>Los aficionados del Bayern salieron a celebrar la histórica clasificación para la final de la Champions, que se jugará en su estadio el 19 de mayo.

Eran las 03:40 de la madrugada y por el Salón Neptuno del hotel Palace corrían litros de cerveza servidos por camareras vestidas con el tradicional traje bávaro. Desfilaban también por cada una de las mesas salchichas, sopa de calabaza, sushi y filetes de ternera. Y tras los dulces, puros habanos para Beckenbauer, directivos y algún que otro jugador, saltándose a la torera la normativa española de fumar en espacios públicos. En ese estado de euforia, Rummenigge cogió el micrófono, pero no funcionó correctamente. "Oh, típicamente español", comentó ante la estruendosa carcajada de todos los integrantes del guateque (plantilla, directiva y aficionados).

El azote no lo dio en este caso Angela Merkel, sino Manuel Neuer. Cuando apareció en el salón todos corearon su nombre. De villano a héroe. Llegó este verano por 25 millones de euros procedente del Schalke diciendo: "Siempre me sentiré hincha del equipo minero". La afición del Bayern le puso la cruz desde ese momento. "Vuelve a tu casa. Aquí no te queremos", eran los mensajes más bonitos que le dedicaba la afición del Allianz. Uli Hoeness, presidente del Bayern, repetía ayer: "Todos los que criticaron a este súper-portero le deben una disculpa".

Löw en la fiesta.

No faltó el seleccionador alemán, que felicitó personalmente a todos los futbolistas, ni el malaguista Demichelis, ex del Bayern. El cacique del vestuario, Schweinsteiger, fue de los primeros en retirarse, pero no ocultaba su emoción: "Me quedé sin pelotas cuando lancé el último penalti, pero luego las recuperé".

Robben, otro de los héroes de la noche, soñaba con derrotar al Chelsea en la final: "Ojalá pueda decir que gané la Champions eliminando a mis dos exequipos". Y, por supuesto, Mario Gómez, que vivió la juerga con algunos familiares españoles ("Son del Barça", decía). En las calles de Múnich, mientras, miles de aficionados salían para festejar el histórico pase. Al día siguiente, la resacosa expedición bávara ponía pie en Múnich como héroes de guerra...