Otra obra de arte de Cazorla

Decididamente, Santi Cazorla ha reafirmado que tiene un don divino para meter golazos. Si el de Getafe fue artístico o el que marcó a Casillas en el Bernabéu preciso y precioso, el de ayer no desmereció en belleza. Fue en el minuto 66 y Osasuna se había adelantado en el marcador gracias a un inteligente y colocado cabezazo del almeriense Nino, quien supo aprovechar un segundo de indecisión de Weligton para ganarle el espacio y anotar su quinto tanto de la temporada. Era el minuto 53 y la lluviosa Pamplona estallaba de júbilo. Una alegría volteada un cuarto de hora después por la inspiración del asturiano que va a estar en la Eurocopa derrochando fútbol y simpatía.

Un punto para cada uno. Mirando la botella medio llena, mantiene a Osasuna en vanguardia para soñar con la Europa League y al Málaga, en su privilegiada rampa para la Champions. La lluvia que azotó Pamplona, sobre todo durante la primera parte, tornó el espectáculo en un partido a la antigua usanza, con dos escuadras tirando de físico para adaptarse al líquido elemento. Quizá fue eso, el agua lo que frenó a Joaquín quien a los 40 segundos de comenzado el evento cuando, en un mano a mano perdido con Andrés Fernández, erró un posible 0-1. Bien es verdad que poco después Kameni desbarató un misil de Puñal. Las inclemencias del tiempo no adormecieron a ninguno de nuestros protagonistas, antes al contrario, fortalecieron su concentración.

El mencionado Joaquín, que reaparecía tras varias semanas de baja por lesión, proponía fútbol y ganas de agradar. Suyas eran las mejores intenciones, las más briosas carreras, las más valientes acometidas. Destellos cercanos al Joaquín que todos deseamos ver.

El juego avanzaba y Osasuna hacía ademán de encerrar a un Málaga que trataba de salir a base de acciones hilvanadas y preciosistas, bien sostenido por el trabajo constante de Ignacio Camacho, trabajador en su duelo con los rocosos Puñal y Nekounam.

A poco de terminar la primera parte Monreal, el hijo pródigo que volvió a su casa de siempre y que pide Selección a gritos, estuvo a punto de apuñalar a un amigo. Su arponazo se fue a la madera.

Cuando parecía que el 0-0 iba a ser el destino de un partido peleado, honesto pero poco brillante, llegó el 1-0 de Osasuna que partió de un defectuoso saque de puerta e Kameni, una brillante acción de Cejudo, Weligton que no saltó y Nino que fue una ardilla. Tras esta acción aterrizó el noveno gol del señor Cazorla que, si en el primer tiempo anduvo espeso, en la reanudación se vino arriba, se creció y tiró del carro como sólo él sabe hacer.

El final del partido dibujó un Málaga que quiso e intentó ganar. Un remate de Van Nistelrooy en el 76' y sobre todo un imponente remate de cabeza de Ignacio Camacho, a la salida de un córner que se estrelló en todo el larguero, con Andrés Fernández vencido. La portería se estremeció. Y con ella, los aficionados navarros que respiraron hondo porque ese gol no entró. Y sabor agridulce para este Málaga que ha sumado cinco de los últimos 15 puntos y a quien los minutos finales se le dan fatal.

Lluvia y agua en el césped

Los primeros minutos del partido jugaron bajo una copiosa lluvia que afectó a césped del Reyno de Navarra, dándose la paradójica circunstancia de que en una de sus mitades había bastante agua, mientras que en la otra no. La lluvia después paró.