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MALLORCA 1 - REAL ZARAGOZA 0 | LIGA BBVA

Un Mallorca de Primera estrangula al Zaragoza

El Mallorca ratifica la permanencia gracias a su victoria en casa. Víctor hizo el único gol. Los de Jiménez, a cinco de la salvación.

DAVID F. SANCHIDRIÁN
Un Mallorca de Primera estrangula al Zaragoza

El Mallorca seguirá jugando en la máxima categoría del fútbol español. Selló su billete a falta de cuatro jornadas y encima ante su afición. Poco más se le puede pedir a un equipo que coqueteó con el descenso en el primer tramo de la Liga. Hasta la llegada de Joaquín Caparrós. Desde entonces el equipo bermellón ha caminado con paso firme hacia la cima de la salvación. Ha hecho cumbre antes de tiempo gracias a la sobriedad defensiva, el aplomo de su centro del campo y la pericia del Chori Castro en la banda y sobre todo a balón parado. Festeja el Mallorca y el Real Zaragoza se queda sin aire de primera. Después de unas bocanadas, para algunos prometedoras y para otros inútiles, el equipo aragonés volvió a mostrar la cara más fea. La de equipo plano en la creación y desastroso en defensa. Los de Jiménez dieron un paso más hacia el abismo de Segunda tras caer por la mínima en Mallorca tras el gol de Víctor Casadesús a la salida de un córner, el punto negro del Zaragoza esta temporada.

Mallorca no traía buenos recuerdos a la parroquia blanquilla. Allí consumó su último descenso a la categoría de plata del fútbol español (en la temporada 2007-2008) y sus viajes siempre fueron devastadores. A los viejos fantasmas había que añadir ausencias significativas como Micael, Obradovic, Pinter o Aranda. Además el Mallorca no iba a regalar nada. Los baleares podían dar carpetazo a su temporada y disfrutar del buen tiempo de la isla antes de tiempo. Así que el partido pintaba duro, de los que cuesta masticar. La intención del Zaragoza fue hacerlo digerible desde el comienzo. Sin trenzar en exceso los aragoneses avisaron a Aouate desde el comienzo con ocasiones de Zucullini y Helder Postiga. El portugués tuvo la más clara al cuarto de hora al desaprovechar en boca de gol una falta esquinada botada por Luis García.

Al Mallorca le costó más tiempo entrar al partido pero en ese intervalo de tímido dominio blanquillo tuvo su momento gracias a Da Silva. El paraguayo se lió a la hora de despejar un balón en el área chica y el error pudo ser mortal en el devenir del encuentro. Y el Zaragoza no está para esos regalos. Cosa que no entró en algunas cabezas zaragocistas. Otro despiste de la zaga rozó la histeria pero por ahí apareció Álvarez Izquierdo para anular un gol de Chico por fuera de juego inexistente.

El Mallorca se consolidó en el encuentro cuando su centro del campo tomó posiciones. Con eso, unas descargas del Chori desde la izquierda y el olfato de Hamed bastaron para desconectar el ímpetu inicial del Zaragoza. Se hizo de noche en las cabezas aragonesas y de forma natural se arrinconaron a la espera de la tragedia. Y el método de ejecución no fue novedoso. Los balones a balón parado han condenado al Zaragoza durante toda la temporada y de esa forma soltó la cuerda de la permanencia en el Iberostar. El Chori Castro sacó su guante en un córner y Víctor Casadesus entró como un morlaco desde atrás mientras Lanzaro y Paredes chocaban en el salto.

El Zaragoza sintió vértigo al verse colgando al borde del abismo. Quedó noqueado ante el empujón del Mallorca y hasta el descasó se limitó a mantener el tipo sin mirar en ningún momento a Helder, un compañero en la lejanía.

El paso por los vestuarios no mejoró la cara del Zaragoza. Jiménez quiso ventilar el equipo con la entrada de Oriol por Dujmovic, pero el Mallorca no otorgaba ni un metro de esperanza aragonesa. Marti y Pina eran los terratenientes de la zona medular y les malhumoraba cualquier intromisión blanquilla. Como el centro del campo era territorio minado, el Zaragoza buscó el juego directo para amargar lo que venía siendo una plácida tarde para el equipo de Caparrós.

El Mallorca palpaba la salvación matemática y no quiso complicaciones. Dio un par de pasos hacia atrás para asegurar la categoría a falta de cuatro jornadas para el final y festejar junto a su afición. El Zaragoza aceptó el papel de creador, aunque sólo fuera por unos minutos, pero nunca consiguió encerrar a su rival. Fue un quiero y no puedo de un Zaragoza que se ahoga en el mismo campo donde tocó fondo hace cuatro temporadas.