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Liga BBVA | Athletic 1 - Mallorca 0

Llorente rompe el silencio

Su noveno gol liguero de cabeza homenajea al socio fallecido. El Athletic mira otra vez a la Champions. El Mallorca dio dos sustos y Toquero tocó madera.

<b>NUEVO GOL DE CABEZA. </b>Llorente mete en la red un balón bien dirigido por Ibai Gómez que significó la victoria del Athletic ante el Mallorca.
NUEVO GOL DE CABEZA. Llorente mete en la red un balón bien dirigido por Ibai Gómez que significó la victoria del Athletic ante el Mallorca.

Un cabezazo de Llorente en una falta muy bien botada por Ibai y mal defendida por el Mallorca rompió el silencio en San Mamés. La decisión de las peñas del Athletic de no animar hasta el minuto diez en memoria del seguidor Íñigo Cabacas, tristemente fallecido por una carga policial inapropiada tras el choque ante el Schalke, propició que el encuentro naciese frío. Dos minutos después del insólito homenaje del público, llegó el decisivo gol. El '9' marcó, lo celebró con el fondo y corrió a dedicar el tanto al chaval, exhibiendo una camiseta en su memoria junto al banquillo. Bonito detalle y tres puntos de oro.

El Athletic vuelve a soñar con la Champions, aunque está a seis puntos, después de un partido grisáceo. El Mallorca neutralizó a los leones pero sólo enseñó la patita dos veces, en un palo de Bigas y un tiro de Castro que paró Iraizoz. Los leones hicieron más por ganar durante toda la tarde, aunque abundaron las imprecisiones en el toque. Eso sí, el ritmo de presión y desmarque fue generoso. Bielsa no perdona y hace bien, porque nadie daba un euro por meterse de nuevo en la pelea por la Liga de Campeones y ganando en Santander el domingo a un desahuciado Racing, las opciones incrementarán lo suyo.

Fue comenzar la salva de aplausos en honor del socio muerto y despertar los leones. Ibai metió la primera pelota decente abajo a Susaeta y de seguido llegó el 1-0. Bielsa apuesta por el de Santutxu por su notable toque y disparo. Y en su primer encuentro como titular, cazó pieza. Puso un saque de falta en el segundo palo, en la cabeza de Llorente, quien no perdonó. Diecisiete tantos en Liga y más de la mitad de cabeza. Imagino la bronca de Caparrós a sus centrales en el descanso, que dejaron al campeón del mundo libre, sin cuerpo a cuerpo. Un fallo garrafal si querían puntuar en La Catedral.

Poco después, uno de los jueces de línea se tragó un claro penalti por mano de Cáceres. El Athletic, sin las diagonales de Muniain, dependía demasiado de la banda derecha y ni Iraola ni Susaeta tuvieron su partido. Son humanos, oiga. El 1-0 pareció sentar mejor al Mallorca que a los leones, quienes sobrevivían de las bondadosas rupturas de De Marcos, pero el de Laguardia no estuvo fino en el centro. Como tampoco Susaeta en un contragolpe que debió ser el 2-0. Ejecutó bien la carrera, aguantando a la llegada de Herrera (pareció muy rápido para la lesión que tiene), pero falló lamentablemente en el pase.

Los baleares tenían algo más la pelota y dieron el susto del partido en el minuto 40. Bigas se giró con clase y soltó un zurdazo a la madera, aunque dio la sensación por la estirada de Iraizoz, muy en su sitio toda la tarde, que hubiese llegado a la pelota de haber ido a portería.

Amenaza de Castro. Caparrós había dejado a Chori Castro en el banquillo, en una decisión discutible, pero le metió tras el descanso y tuvo el 1-1 en sus botas. Crespí remató alto un córner en el sitio en que falló en el 1-0 y llegó la acción en que Castro mandó a las manos de Iraizoz el balón del empate.

Al Athletic apenas le quedaba alguna ocurrencia de Ibai, como un excelente pase con el exterior a Llorente, que no supo batir a un Aouate que le recortó el espacio. Daba la sensación de que el Mallorca no podía empatar, pero quedaba el mal cuerpo de los puntos perdidos por los rojiblancos en los últimos minutos de un puñado de encuentros.

Sin embargo, cuantos más jugadores acumuló Caparrós arriba, más peligro hacía el Athletic. Gabilondo puso un balón con clase a Susaeta en la cabeza, pero lo mandó arriba y luego llegó la acción que levantó de sus asientos a San Mamés. Llevaba un puñado de minutos cojeando por el césped Toquero por el campo sin opción de ser cambiado, cuando de repente pegó una carrera y sacó la zurda para mandar la pelota al larguero en una vaselina a Aouate. La Catedral premió su coraje.