No mires abajo

El Real Zaragoza juega ya colgado sobre un abismo y no le conviene mirar abajo. Ni tampoco adelante, porque el tamaño de la hazaña que precisa para quedarse en Primera no se asimila con facilidad. Éste es un partido de vértigo. Algo menos para el Granada, que llega con un colchón de puntos generoso y aspira a sostenerlo. Y si puede, ampliarlo. Fue el Granada el que mandó al Zaragoza a la última plaza en la ida; en cierto modo, hoy puede darle la puntilla. La ventaja del Zaragoza es que ya ha estado muerto una vez. De ahí su inquebrantable fe en que aún es posible...

El Granada es uno de sus dos objetivos. El otro, un punto más cerca, se llama Villarreal. Con esa crudeza viene planteado el encuentro, al que no se le pueden añadir exageraciones. En la sobremesa de La Romareda flotará un ambiente terminal, sin espacios para la complacencia. La pregunta es si el Zaragoza puede levantarse una última vez; qué secuelas ha dejado en el nervio psicológico del equipo el decepcionante encuentro de Sevilla.

Las deportivas están claras. O no, la verdad. Faltará Pintér, que cumple partido de sanción. Apoño y Obradovic, ambos tocados, tienen difícil jugar: un par de bajas notables que obligarán a recomponer el medio campo, con Rúben Micael de actor principal. Lo demás parece incierto: el estado físico de Lafita, la formación de la defensa, errática otra vez en el Pizjuán; los laterales, la media punta... Abraham y Aranda parecen tener plaza segura, pero Jiménez ha de disponer.

Mientras, el Granada llega con Fran Rico como último caído y fiado a Geijo en el ataque. Tras su gran partido contra el Athletic, el hispano-suizo ha ganado la punta a Ighalo, Uche o Pamarato. Lo escoltará Martins, siempre mordaz desde la segunda línea. El Granada vuelve a La Romareda 36 años después: en aquella ocasión, última jornada de la temporada 1975/76, consumó su descenso a Segunda después de perder los últimos cinco partidos. Es, precisamente, lo que no quiere repetir ahora. Y justo lo que necesitaría el Zaragoza.