El asesino embarazado y la víctima gentil
Cristiano y Courtois, ejemplo de deportividad

La imagen es embarazosa, pero el truco es perfecto. Cristiano Ronaldo se dispone a estrechar la mano del joven Courtois con el balón escondido bajo su camiseta (no teman: no es un abdominal disparado, ni un disparo espontáneo de su exuberante virilidad). Lo que pretende Cristiano es evitar cualquier tipo de hostilidad hacia el portero goleado simulando una flatulencia. Acercarse con la pelota bajo el brazo hubiera sido tanto como aproximarse con el revólver humeante; mira, muchacho, con esto te marqué los tres: bang. bang, bang. Por otro lado, nadie se atrevería a pegar a un embarazado, y menos si lo es de siete meses, contracciones frecuentes y más ardores de estómago que un dragón.
La estampa nos descubre a un Cristiano alejado de cualquier arrogancia. Influye la altura del guardameta (1,95), sus manos de Gulliver y también su misteriosa impavidez belga: nadie ha visto a un ciudadano de aquel país enfadado (ni Merckx, ni Tintín, ni Poirot...) y razones no les faltarían, emparedados entre Francia, Holanda, Alemania y Luxemburgo.
Galante. En consonancia con su estirpe, Thibaut Nicolas Marc Courtois es un muchacho educado y no rechaza la mano a su verdugo. Si advierte la presencia del balón, no se conoce. Tal vez lo pasa por alto (así le pasaron a él) o quizá imagina al delantero preñado (de goles, de ambición, de amor propio). Tampoco hay constancia de imprecaciones camino de vestuarios. Está más que demostrado: los únicos flamencos contenidos y capaces de acudir a una guerra vestidos de amarillo son los que han nacido en Flandes.
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La foto es, probablemente, la más amorosa y maternal que nos dejó el derbi del pasado miércoles. El saludo es sincero porque nadie obligaba. No hay armas, ni diálogo porque sobran las palabras, si acaso, "otra vez será", o "come on", quién sabe cómo dan el pésame los asesinos portugueses.
Cuando Courtois disponga de años y distancia suficiente para comentar esta foto revelará al mundo su verdad inconfesable: esa noche aciaga, el embarazado, era él.



