REAL MADRID 3 - SPORTING 1 | LIGA BBVA
Un tridente para una Liga
El Sporting se puso por delante y mantuvo en vilo al Madrid durante hora y cuarto, pero el tridente que suma ya 80 goles (Higuaín, Cristiano y Benzema) le trituró en la recta final.
El Real Madrid se agarró a su tridente mágico, ese que forman Cristiano, Higuaín y Benzema, para sobrevivir en el día más gris de un equipo lento, sin fútbol y demasiado confuso, que debió sufrir más de lo que quizá hubiera imaginado para superar al penúltimo clasificado. Marcaron los tres para sacar de un apuro al Madrid, que llegará al Camp Nou con el mando de la Liga y después de igualar el récord histórico de 107 goles en una temporada.
El Sporting planteó un ejercicio de paciencia al Real Madrid y, ante todo, un desafío futbolístico. Se trataba de derribar el muro levantado por Javier Clemente delante de su portero, donde situó hasta nueve futbolistas, y el reto fue hacerlo jugando un fútbol discreto. El Sporting le negó todos los espacios al Madrid y con ese escenario sufrió Özil, se desesperó Higuaín y se volvió a demostrar lo inservible que es Khedira en estas situaciones, cuando lo que se necesitan son ideas y no músculo. Formó pareja el alemán en el mediocentro junto al turco Sahin y ninguno de los dos aprobó el examen que suponía tratar de suplir la capacidad de creación que aporta el ausente Xabi Alonso.
Planteado ese escenario, sin nadie capaz de generar fútbol, al Madrid sólo le quedaba lo de siempre, un misil teledirigido de Cristiano, algún alboroto formado por Marcelo en la banda izquierda o una acción aislada. Armas suficientes para acabar con la resistencia del rival más sacrificado, abnegado y trabajador, como era el caso. Todo parecía cuestión de aguardar un despiste, un error de concentración, en definitiva, un fallo del rival que ayudara a despejar un camino al que el Madrid era incapaz de poner luz con su fútbol. Nada que no se hubiera visto antes esta temporada en el Bernabéu.
El error llegó al cuarto de hora, pero en sentido contrario al que se presuponía. Fue de Arbeloa, algo que ya empieza a ser un hábito más que novedad, y no acabó en gol porque Casillas acertó a desviar el tiro de Trejo, que oculto por la maraña tejida por Clemente consiguió mostrarse por primera vez. Como apareció después Higuaín para marcar un gol bien anulado por fuera de juego. No sería la última vez para ninguno de los dos.
Con un Madrid tan lento y previsible, el trabajo de destrucción del Sporting se vio facilitado de forma notable. Abrir el juego a las bandas se antojaba determinante para intentar acabar con la resistencia del Sporting y el Madrid no supo hacerlo. Si por la izquierda nunca se cansaron de intentarlo Marcelo y Cristiano, la banda derecha fue un solar en el que se perdió Callejón.
A la media hora el encuentro dio un giro sorprendente, cuando Ramos cometió penalti por quitarle con la mano el balón de los pies a Trejo, que se plantó en el área aprovechando la indecisión de Pepe y Sahin. De las Cuevas transformó el lanzamiento y comenzó ahí otro partido, más descontrolado, con más presión por parte del Madrid, pero con la misma ausencia de fútbol.
Perdonó Pérez Montero la segunda amarilla a Canella por una entrada a Arbeloa y sin que el Madrid apenas tuviera tiempo de perderse en protestas inútiles llegó el empate. Un gran pase en largo de Ramos lo cabeceó a gol Higuaín. El argentino, liberado por primera vez del marcaje pegajoso de Moisés, se escurrió entre la pobladísima defensa del Sporting para marcar.
Con una falta lanzada por Sahin al larguero se cerró la primera parte y la actuación del turco en el partido. En el descanso le sustituyó Di María, mientras que Benzema ocupó el sitio de Callejón, que no aportó absolutamente nada mientras pisó el césped. Quedó Khedira como único mediocentro, con la ayuda de Özil y Di María para subir el balón. Benzema se fue a una banda, Cristiano permaneció en la otra e Higuaín se mantuvo como referencia arriba.
La acumulación de hombres en ataque no mejoró el panorama para el Madrid, igual de lento y confuso que en la primera parte y que vivió toda la segunda en el campo del Sporting, que si en el descanso había retirado a Iván Hernández para que entrara Ricardo, poco después sustituyó a su delantero Sangoy para que André Castro pusiera algo de temple al centro del campo, algo difícil cuando el balón siempre estaba en los pies del rival. El nuevo llanero solitario en ataque fue Trejo, que amargó la vida a Arbeloa y se la complicó a Pepe, Ramos y Marcelo. Fue una actuación más que meritoria del argentino, que en el último tramo del choque tuvo a Colunga, sustituto de De las Cuevas, como aliado para sus aventuras.
Pero lo cierto es que daba igual quien estuviera en el campo porque el objetivo de Sporting siempre fue el mismo, resistir el acoso del Madrid y defender el empate hasta el final, una tarea de titanes cuando tienes a Cristiano delante. El portugués, inconformista y ambicioso, siempre aparece cuando más enredado está todo. Y pocas situaciones más confusas ha vivido este curso el Madrid en su estadio. Surgió en el área del Sporting para cabecear a gol un pase de Di María. 41 lleva ya el portugués, una cifra que nadie había alcanzado en una temporada en toda la historia de la Liga.
Sin nada que defender, el Sporting se encontró sin saber que hacer. Nada de lo hecho hasta entonces le servía y nada de lo que hizo después le sirvió. Y mucho menos cuando debió jugar el tramo final con diez, por la expulsión de Canella, que tanto se empeñó en ver la segunda amarilla que terminó encontrándola.
Reforzó Mourinho el centro del campo con la entrada de Granero por Higuaín, el Madrid recompuso su dibujo y Benzema apareció en la posición de delantero centro para firmar el tercer tanto. El gol que servía para igualar el récord histórico de 107 en una temporada y, sobre todo, para acabar con el sufrimiento con el que vivió el Madrid su duelo contra el penúltimo clasificado de la Liga.