El Mallorca abusa de un Racing que se suicidó

El Mallorca es un equipo de Primera. El Racing, no. Ni es un equipo, ni es de Primera. Hoy eso ya es demostrable, casi, matemáticamente. Ayer sobre el resbaladizo (para los locales nada más) césped de El Sardinero fue una sensación que se extendió desde una hora antes de que comenzara el partido: desde el mismo momento en que los entrenadores hicieron públicas las alineaciones. Caparrós presentó un once con cara y ojos y Álvaro entró una vez más en combustión. Cambio de sistema, seis novedades entre los titulares, Kennedy y Cisma en la grada, Munitis, Colsa, Adrián y Álvaro en el banquillo y en el campo tres chavales de 19 años con 0, 42 y 241 minutos de recorrido en esta Liga. Total, a los 21 segundos, 0-1. Y eso fue solo el principio del fin. Es verdad que los locales pegaron tres balones a los palos, un gran progreso teniendo en cuenta que han marcado dos goles en siete partidos, por uno del Mallorca, pero no son más que anécdotas. El partido nunca peligró para las huestes del utrerano.

De salida, el míster racinguista planteó un esquema con cinco defensas, no utilizado por el Racing desde hace seis años (fue en el último milagro de Nando Yosu), y el salió rana. Otra vez. Cervera es un valiente, o un inconsciente, según como se mire, pero ninguno de los cambios que ha intentado, y han sido casi todos, ha servido más que para hacer más grande la fosa en la que se ha enterrado su equipo.

El detalle: La gradona no entró de inicio

Los seguidores más ruidosos del Racing no ocuparon su localidad en la grada hasta el minuto 13. El motivo del gesto, más allá de protestar contra su equipo, fue el de solidarizarse con Íñigo Cabacas, hincha del Athletic fallecido esta semana tras los incidentes con la Ertzaintza.