Rufete
"Mourinho resumía en 15 segundos las charlas de Robson"
Francisco Pérez Rufete (1976) repasa su larga carrera en la que vivió de todo: cantera, sufrimiento, éxitos, títulos y la mayor de las injusticias: el ERE del Hércules.
¿Se maneja en twitter?
No.
¿Y en facebook?
Tampoco.
¿Tiene usted agente?
No, ahora ya no.
Disculpe, pero usted parece no tener el perfil de un futbolista moderno.
Estoy en otras cosas.
¿Se acabó el fútbol?
Me siento con fuerza, pero hay situaciones que uno no puede llegar a controlar.
Comencemos por el final. ¿Cómo está lo del ERE con el Hércules?
Ese es un tema del que mis abogados no me permiten hablar. Prefieren que hasta que no acabe todo el proceso me mantenga en silencio.
Comprendido, pero, ¿sacó alguna conclusión?
El fútbol es un estadio, un balón, profesionales y los aficionados, el corazón de todo esto. No hay nada más. El resto son decisiones de otros y estamos a expensas de ellos.
¿Cómo llega al Barça?
Juan Carlos Pérez Rojo (futbolista del Barça en la década de los 80) trabajaba para el Barcelona. Un amigo suyo que colaboraba para el Madrid tuvo la indiscreción de decirle que iba a ver a un niño de Benejúzar (Alicante). Él no perdió el tiempo y vino. Repitió hasta el punto de que habló con mis padres y de un día para otro me hicieron la maleta.
Menudo cambio.
Aquello era impresionante. Coincidí con futbolistas de categoría mundial. Iniesta, Pepe Reina, Valdés, Xavi, Puyol
¿Estudió?
Tras sacarme la selectividad probé en INEFC, pero fue incompatible. La vida en el Barça era estudiar y jugar.
Hubo selección natural.
Era imposible que todos jugásemos allí, pero pude debutar en el primer equipo.
¿Recuerda cuándo?
En Riazor. Una semana después de que echaran a Cruyff.
Vaya.
Había tenido la suerte de entrenar con él. Tanto que dejó preparada una la lista de canteranos que debían hacer la pretemporada.
¿Con Robson?
Y con Mourinho a su lado. Robson era un genio de persona. Aunque muchas veces no entendías lo que te decía, sólo con su expresividad te acababa convenciendo.
¿Y Mou traducía?
Nos ayudó mucho. Robson era capaz de hablar media hora y Mourinho lo resumía en 15 segundos. Él aprovechaba para aprender todo lo que es y muestra ahora.
¿Lo volvió a saludar?
La temporada pasada, cuando el Madrid visitó el Rico Pérez. Nos abrazamos. Me preguntó qué cómo me iban las cosas. Fue muy amable. Recordamos anécdotas del pasado y que después de 15 años estábamos aún dando tiros.
Dice que debutó en Riazor, ¿jugando con Guardiola?
El día que Pep hizo un gol de falta de medio campo.
¿Lo veía ya entrenador?
Guardiola encarnaba todo lo que era llegar al Barça iniciándose desde La Masia. Como técnico es un adelantado.
¿Le dio pena no seguir?
La oportunidad me llegó en un momento complicado. Los canteranos estábamos muy identificados con Cruyff.
¿Y entonces?
Fui a Toledo. Sergio Egea, que era el técnico, me aseguró minutos. Allí aprendí a sobrevivir. Al final de la temporada el Barça me repescó y vendió la mitad del pase al Mallorca.
Ahí no fue tan bien
Tuve mucho tiempo para pensar y valoré si merecía la pena estar lejos de casa. No estaba integrado, no tenía minutos y, además, mi padre tuvo un problema de salud.
¿Cúper era el técnico?
Sí. Me sorprendió que hicieran una apuesta por mí a nivel del club, pero el míster no me quería y eso lo entendí.
Y apareció el Málaga.
Me llamó Joaquín Peiró. El equipo iba quinto y la opción era buenísima.
¿Qué aprendió de Peiró?
Los valores que tenía simplemente eran excelentes.
Siempre se dijo que en aquel equipo había buen ambiente.
Recuerdo un día que metimos a Movilla en la habitación de Peiró vendado de arriba abajo. Costó hacerlo, pero lo reducimos y le tapamos la boca. Luego lo entramos en la habitación de Peiró y lo dejamos tirado encima de la cama. Movilla solo gemía.
¿Y el míster?
Gritaba, ¿quién anda ahí? y cuando lo reconoció espetó: ¡Movilla, qué hace usted ahí! Estábamos muertos de risa y oíamos como le decía: '¡Estos ca... que me vendaron!'
Y ascendieron.
Después de 12 años el Málaga volvió a la Élite. Lo hicimos de manera responsable, pero pasándolo bien. Otro día Movilla compró globos de agua para atar al preparador físico a un árbol y tirárselos desde el balcón del hotel. Lo que no sabía es que Edgar lo ataría también a él y Movilla acabó empapado. Tras el ascenso, el Málaga invirtió 300 millones de pesetas (1,8 millones de euros) a repartir entre el Barça y el Mallorca.
Allí llegó a ser internacional y el Valencia anunció el pago de 1.200 millones de pesetas (7,2 millones de euros).
Pude jugar con la Roja cinco veces de la mano de Camacho. Debuté en Barcelona ante Italia (2-0). Lo que más recuerdo fue que nada más salir al campo Maldini me atizó. No sabía quién había sido, pero al ver su melena entendí que había sido él y sería la patada más dulce de mi toda mi carrera.
En Mestalla triunfó.
Me costó un tiempo. Mendieta había sido vendido a la Lazio y se me colgó el cartel de ser su relevo. En Valencia hicimos historia y nos pudimos imponer a la voracidad del Madrid y del Barcelona, que no andaba muy bien por aquella época.
¿Le sorprendió Benítez?
Sí. Fue pionero en las rotaciones y era muy ordenado. Nos aportó mucho en el aspecto psicológico. Además, en las sesiones era cercano. Se sentía futbolista e incluso se metía en los rondos. La tocaba muy bien.
Pues estuvo a un plis de ser despedido.
Una noche de sábado, en Montjuïc, perdíamos 2-0 al descanso. Nos llegaron voces de que Benítez estaba fuera del equipo. Lo remontamos.
Con dos goles suyos.
Sí. La sensación en Valencia era rara. No entendían que llegaran tan lejos en las competiciones y no se ganara. Había sucedido con las dos finales de Champions. Entre todos pudimos cambiar las cosas.
¿Sabe lo que es un Ushiro-Nage?
(Ríe). Claro, como para no acordarse. ¡Qué partido en el Bernabéu! Nos pitaron un penalti en contra en el minuto 92, después de adelantarnos en el 78' (gol de Ayala) y de que a Illie le anularan un tanto en el arranque a pase mío. Acabamos ganando la Liga.
¿Qué recuerdo siempre irá con usted de esa etapa?
El de Españeta, utillero del Valencia. Un trozo de pan. Me confesó que creía que nunca vería algo así. Cuando entrene trataré siempre de tener uno como él a mi lado. Fue vital para nosotros. Después de un entrenamiento lo agarramos para tirarlo a la piscina. Se agobió tanto que necesitó asistencia médica, algo que nos asustó a todo.
¿Su balance de títulos?
Dos Ligas, una UEFA y una Supercopa de Europa. El Valencia ya era un modelo de club y de equipo. Rafa Benítez plantó el 4-2-3-1 con gente por fuera con pivote defensivo y otro organizador.
Pero la Supercopa de Europa la ganaron con Ranieri.
De Claudio también tengo un recuerdo buenísimo. Tras caer eliminados ante el Steaua, fue fulminado. No esperaron ni a llegar a Valencia y en el aeropuerto de Bucarest nos enteramos por la prensa que lo relevaba Antonio López.
Le acusaron en Valencia de tener un enfrentamiento con Quique Flores en Cádiz.
Se refiere a lo que sucedió en los vestuarios del Carranza. Fue la reacción a una serie de cosas que habían sucedido y que se debían quedarse en el vestuario aunque alguien se apresuró en explicarlo.
¿Se puede saber quién?
No tuve la oportunidad aún de poder decírselo a la cara, pero es cuestión de tiempo. Cuando lo haya hecho, ya se lo explicaré.
¿Golpeó una puerta?
Sí, eso es verdad.
En el Espanyol llegó a una final de la UEFA y fue protagonista en el Tamudazo.
Fue una gran etapa. No hay día que pase que no me acuerde de Dani Jarque. ¡Qué lástima! Teníamos muy buena relación. Un día me llevó a pescar. Salimos en un velero con Javi Chica, Coro y un amigo común. Un día, hablando con su padre, le dije que Dani sería capitán del Espanyol. Desgraciadamente le duró muy poco el brazalete.
Y eso de darle el pase de gol a Tamudo con la zurda, ¿fue traicionar a los orígenes?
Para nada. Había pasado mucho tiempo desde que me fui. Lo celebramos y ya está.
Fue generoso con el delegado del Hércules.
Lo he intentado ser con todos los empleados de los clubes para los que jugué. Recuerdo a Carmelo, en el Espanyol o a su delegado, José María Calzón. Pero sí, a Ángel Linares le compré un traje y sus complementos cuando ascendimos a Primera. Se lo merecía.
¿Qué daría usted por jugar esta noche en el Bernabéu?
No lo sé, pero si tuviese una máquina del tiempo retrocedería unos años. No lo dude.