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LIGA BBVA | ZARAGOZA 1-BARCELONA 4

La racha del Zaragoza no pudo con la de Messi

Marcó otros dos goles. El Zaragoza apretó al principio de cada tiempo. Polémica actuación de Turienzo, que dejó al Zaragoza con diez en el primer tiempo y no pitó un penalti de Keita.

P. BARGUEÑO
<b>Leo Messi</b> celebra uno de sus dos tantos anotados al Real Zaragoza.
Leo Messi celebra uno de sus dos tantos anotados al Real Zaragoza.REUTERS

Dijo Jiménez en la previa que "si jugaba de tú a tú al Barcelona sería un inconsciente". Desde luego que bajo su punto de vista no lo fue, porque planteó un partido para tipos duros, con muchísima presión, concentración y juego al límite. Pudo salirle bien, pero es que el inconsciente no fue él, sino Messi. Porque el argentino parece no saber lo que hace, de tan fácil que lo pinta en todos los tapetes futbolísticos que pisa.

Zaragoza y Barcelona llegaban a La Romareda enrachados, sí... pero la comparación es obscena: tres victorias consecutivas de los maños y ocho de los azulgranas. Quedaba la duda de cómo funcionaría el Barcelona con una alineación sin sus centrocampistas habituales, porque no jugaron ni Xavi, ni Iniesta, y Busquets entró en la segunda mitad. Y vaya si se notó, porque Guardiola no encontró el son en el primer tiempo en parte porque su medular no encontraba la melodía adecuada y en parte porque al Zaragoza le iba más la percusión y el contacto.

Ya en el minuto uno de partido Alexis llegó por la banda izquierda con cierto peligro, pero tras un buen taconazo de Cesc, el centro del chileno no encontró a Messi. Esos sesenta segundos fue lo que tardaron los jugadores del Zaragoza en carburar y poner a pleno rendimiento sus piernas. Y ese fue precisamente el principal argumento de Jiménez para frenar al Barcelona: músculos, tendones y huesos a pleno rendimiento.

El conjunto maño depositó buena parte de su presencia ofensiva en Carlos Aranda, que se movió con soltura entre la pareja de centrales formada por Puyol y Mascherano. En el minuto cuatro, el ariete no acertó a rematar desde dentro del área, y aunque estaba en fuera de juego, Turienzo no lo había visto. Mientras, el público de La Romareda, auténtico gabinete de crisis en ese convulso sinvivir que atormenta al club, se mostraba animoso, y aplaudía cada carrera, cada balón robado y cada sobreesfuerzo maño. Vamos, justo lo que quería ver Jiménez en el terreno de juego.

Tanto Paredes como Da Silva, pareja de centrales del Zaragoza, se estaban desenvolviendo bien con Messi, que apenas había disparado en una ocasión, y Jiménez se sentía satisfecho con la agobiante presión que Zuculini ejercía sobre los 'pensadores' azulgranas. En el minuto 23 el partido se aderezó. Obradovic llegó por la banda izquierda y preparó un buen centro que terminó con remate al palo de Aranda, pero el rechace llegó a Lafita, que se dejó caer ante la salida de Valdés. Turienzo Álvarez no pensó lo mismo, y pitó penalti. Castigo divino para los maños, porque Aranda lo tiró mal, ligeramente a la izquierda de Valdés, demasiado poco para uno de los mejores guardametas del mundo.

No dejó de trajinar el Zaragoza, de seguir aumentado la presión por medio de Zuculini y Rubén Micael e incluso algunos osados, como Pablo Álvarez, tuvieron arrestos para salirse de la línea de consciencia dictada por su técnico y regalar un preciso pase a Aranda, que marcó de rebote con su propia cabeza tras la parada de Valdés. Era el minuto 29, pero tan sólo seis minutos le duró a la afición el colocón. Roberto estuvo felino para detener un disparo a bocajarro de Alexis, pero en la segunda jugada, tras un córner, tuvo una mala salida que aprovechó Puyol para empatar.

El Zaragoza había destapado su particular Caja de Pandora. Fue marcar y dejar salir al césped de La Romareda a todos sus demonios. Y Leo Messi era el principal de ellos. Tras un contragolpe comandado por Alexis, el argentino, primero con algo de fortuna, se deshizo de Da Silva, y colocó el balón justo donde deseaba, en la escuadra derecha de Roberto. Lo mejor para el Zaragoza es que el descanso estaba cerca, y esos 15 minutos al menos le valdrían para tomar aire y volver a cerrar la trinchera. Pero en el minuto 44, Abraham vio la segunda amarilla, quizá algo rigurosa, por un agarrón a Alexis, y el partido se puso de cara para los intereses del Barça.

Con otra expulsión se inicio la segunda mitad. Manolo Jiménez abandonó el banquillo por protestar una entrada de Thiago sobre Lafita. Si lo piensan, es lógico, porque el jugador del Zaragoza estaba siendo de los mejores, y no gusta ver sufrir en demasía al bueno de la peli. Poco después de la expulsión, Obradovic desperdició una clara ocasión frente a Valdés, porque su disparo se marchó por encima del travesaño.

El Zaragoza no intentó mucho más que una derrota honrosa, que es la máxima aspiración que puede tener casi cualquier equipo que busque razonar con el Barcelona. De poco sirve hablar de cambios en el conjunto maño -se fueron Aranda y Obradovic y entraron Lanzaro y Hélder Postiga-, porque el Barcelona fue creciendo hasta alcanzar su clásico nivel de juego. Y ahí se movieron como peces en el agua Alexis, Leo Messi y Pedro. El chileno forzó un penalti de Paredes en el minuto 85 que se encargó de transformar Messi para continuar con la febril lucha que mantiene con Cristiano (ahora lleva 38, por 37 del portugués). Y ya en el añadido, para echar el cierre, el Barcelona regaló una preciosa jugada entre Pedro y Messi, que acabó con el gol del tinerfeño (1-4).

El conjunto azulgrana, que con esta goleada ya ha superado la mejor racha goleadora de la era Guardiola, sigue de dulce, y el Zaragoza, a pesar de sus esfuerzos y una correcta actitud, ni si siquiera ganó en el planteamiento.