Europa League | ATLÉTICO 2-HANNOVER 1
El Atleti respira gracias a Salvio
Un golazo del 'Toto' en el 89' da aire a un nervioso equipo rojiblanco. Falcao hizo el 1-0 y Diouf empató tras fallo de Miranda. El Hannover asustó con poco.
Salvio, ese hombre. Otra vez, el héroe más singular, el jugador impredecible, el futbolista que convierte al doctor Jekyll en un tipo estable y monótono. El Toto, que llevaba 20 minutos sobre el campo disfrazado de pollo sin cabeza, corriendo mirando al césped, centrando sin destino conocido, se encontró en el 89' un balón fuera del área, cercado por rivales y, de golpe, se convirtió en mariposa. Recordó que los músculos del cuello le permiten levantar la cabeza y que, entre el caos, esconde talento, y colocó un disparo perfecto rumbo a la escuadra de Zieler. Golazo salvador para un Atleti al borde de un ataque de nervios.
Porque hasta encontrarse el milagro final, los rojiblancos se habían trabajado un lío innecesario. Ante un Hannover que no fue más de lo esperado (y no se esperaba demasiado), el Atleti salió muy centrado, con Arda al frente de las operaciones, y tardó poco en adelantarse. A los 9 minutos, Gabi colocó en el área pequeña una falta y allá acudió Falcao con su fe habitual. Zieler calculó doblemente mal: sobreestimó su salto y minusvaloró el del colombiano, que cabeceó a la red.
Al gol le sucedió un monólogo local, con el Hannover limitándose a esperar que el Atleti siguiera fiel a sus problemas goleadores y cazar una contra. Tuvo suerte con ambas cosas. Arda, entre ruletas y caños, dejó en clara ventaja a Falcao (cabezazo alto) y, dos veces, a Adrián (disparo demasiado cruzado y recorte hacia ningún sitio en lugar de un conveniente remate). Mucho trabajo para pocos réditos.
Justo lo contrario que el Hannover, cuyo primer contragolpe, nacido de una de esas pérdidas en las que Godín se cree Luiz Pereira y acaba siendo Eller, terminó en gol. Stindl le ganó la espalda a Filipe Luis y puso un muy buen centro raso al corazón del área. Bueno, pero no perfecto, pues Miranda hubiera tenido bastantes opciones de cortarlo de haber ido al suelo. Sin embargo, el brasileño eligió la vida contemplativa y el revoltoso Diouf fusiló. Empate. Y tras el empate, miedo.
El Atleti afrontó la segunda parte con el corazón acelerado y la cabeza apagada. No atacaba, percutía, pero no se derriba un muro embistiéndolo con un triciclo. Gabi, Mario y Koke no creaban más que murmullos en la grada y el Hannover silenció el Calderón en el 63' cuando Diouf remató a bocajarro. Era gol o gol, pero fue Courtois. Paradón de reflejos de un niño asombroso.
Cambio.
El Atleti recobró el sentido con la entrada de Diego. Pasar al compañero, entrar por banda, intentar esquivar y no atravesar... Esas pequeñas cosas. Pero el asedio rojiblanco, como tantas veces le ocurre, era con espadas de madera. Y para una que remató, se encontró con un árbitro francés que demostró que la nacionalidad no importa, el arte está en la profesión: chilena de Falcao y mano de Eggimann. Juego peligroso o penalti. Dio puerta. Hay que quererles. O no.
Y cuando la eliminatoria se oscurecía irremediablemente, se iluminó Salvio. No pudo el Atleti completar su obra con una chilena de Diego que redimió a Zieler y la noche acabó con el 2-1, que no da paz pero sí tregua. Alemania intimida y faltarán dos pilares (Juanfran y Arda), pero el Hannover ya no podrá limitarse a esperar y no le sobran recursos. Hay mucha vida. La dio Salvio.