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BARCELONA 5 GRANADA 3

Imposible es parar a Messi

El argentino contradice a Guardiola y mete al Barça en la pelea por la Liga. Dio una asistencia y logró un hat-trick con el que supera a César. El Granada llegó a empatar. Dos penaltis de Alves.

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Imposible es parar a Messi

Las palabras pesimistas de Guardiola hubieran sido censuradas en cualquier otro club y hubieran deprimido a jugadores de otra pasta. Pero el Barça de esta nueva era, cincelado a su antojo, acepta democráticamente la diversidad de pareceres, sobre todo a quien se lo ha ganado a base de trofeos, y da cabida a la réplica. Prueba de ello es que estos jugadores no encuentran mejor reto que alcanzar lo inalcanzable. Por mucho que diga el profesor. Aunque lo desaconseje la lógica. Y a pesar de que en ocasiones se sufra más de la cuenta o no le piten los penaltis que deberían. A un equipo que ya ha hecho historia, pase lo que pase, aún le falta alcanzar un título apelando a la heroica para convertirse en inmortal. Ante el Granada escribió el primer capítulo. Sabe que, a veces, el juego se olvida y que el gol de Iniesta al Chelsea o las ligas de Tenerife siempre se recuerdan.

Ése es el reto. Messi y compañía se han propuesto, por una vez, no darle la razón a su guía y van a pelear esta Liga hasta que las matemáticas digan basta. De ahí que arrolló de salida y no le hizo falta mostrar su noche más precisa para poner cinco puntos de distancia en la tabla. Aún hay brecha. Todavía queda Liga. Tembló con el cabezazo de Mainz en el enésimo despiste de Piqué y, sobre todo, con el empate de Siqueira de penalti cometido por Alves en el límite del área. El primero de los que le señalaron. Pero reaccionó con casta. Para acostumbrarse a lo que se avecina.

De la tranquilidad a la taquicardia

El partido se desarrolló en su arranque como todos preveían. El Barça mandó siempre que quiso y únicamente pasó apuros de salida por una falta de concentración de Alves. Fue un simple espejismo. En la primera jugada colectiva del Barça llegó el primer tanto. Cuenca, relegado a la grada en Sevilla, dejó atrás a su par sin esfuerzo para poner un centro medido al área. Allí, en el segundo palo, aguardaba Messi relamiéndose. Su postura y aspecto de hambriento nos engañaron, ya que en un acto exquisito de compañerismo cabeceó al punto de penalti para que Xavi, de volea, machacara.

Ésta únicamente fue la carta de presentación de Leo. Minutos después, el argentino tuvo la oportunidad de marcar el segundo. Recogió un pase en la frontal y se sacudió un zapatazo que casi lastima a Julio César. El portero del Granada picó a la 'Pulga' con su estirada. Y ya se sabe: con Messi enfadado, se avecinan goles seguro. El 2-0 llegó seis minutos después. Cuenca volvió a ser el origen. Esta vez subido en bicicleta. Su centro, de nuevo envenenado, fue rematado por Messi con la precisión de un cirujano. Su remato entró pegado al palo y sirvió para igualar a 232 goles con otro mito culé, el ex del Granada César

El partido pareció estar finiquitado. Nadie contaba con la autocomplacencia del Barcelona, que se enredó en el toque sin profundidad, ni con la fe de un Granada que juega mejor de lo que muchos piensan. El conjunto de Abel, ejemplar en su lucha y didáctico en su despliegue, entró en la pela con una falta lateral, botada con clase por Martins y rematada con genio por Mainz. Piqué volvió a mirar. Pocos creían en el milagro. Excepto Benítez. El extremo recogió un balón en su área poco después y recorrió su carril hasta la alcanzar la contraria. Lo hizo retando a Alves por el camino. El brasileño, cansando de perseguirle, no frenó ni vio que su presa frenaba. Lo derribó y forzó un penalti que Siqueira no desaprovechó. El Madrid se alejaba.

Messi no se cansa

Tocaba volver a empezar y remangarse. Guardiola movió el banquillo. Con Iniesta y Tello al quite nada podía empeorar. El Barça despertó al acordarse de que un tropiezo era definitivo y avasalló al Granada con la movilidad que jamás debió de abandonar. Messi hizo el tercero con maestría al controlar con un toque un pase al hueco de Alves, y al superar al portero del Granada con otro por arriba. Una obra de arte que ya no sorprende por empacho.

Tello aumentó la distancia gracias a una de sus llegadas eléctricas desde atrás. Qué gran jugador con más futuro que pasado. Su disparo, después de un rechace, evitó cualquier desgracia. El encuentro estaba cerrado. O eso creíamos. Hasta que Messi aprovechó otro brillante servicio de Alves al espacio para regatear a Julio César, llevarse otro balón a casa y castigar en exceso a un buen Granada. Al final, Alves volvió a cometer un penalti que antes se lo podrían haber señalado a Valdés. Dani vio la roja y Siqueira hizo el doblete más amargo de su carrera. Él y todos sabían a esas horas que Messi ya había avisado a Guardiola y al Madrid: a este Liga aún le quedan sustos.