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Liga BBVA | Real Zaragoza 1-Osasuna 1

Roversio mata la esperanza

Osasuna rescató un punto a dos del final. En el 87' Postiga había puesto a tiro otra victoria agónica. Los navarros son quintos. El Zaragoza, hundido

<b>DURA PELEA. </b>Sergio Fernández despeja de cabeza un balón ante la oposición de Ángel Lafita y la compañía de Roversio.
DURA PELEA. Sergio Fernández despeja de cabeza un balón ante la oposición de Ángel Lafita y la compañía de Roversio.

Roversio le administró al Zaragoza los últimos sacramentos. Su cabezazo fue una suerte de extrema unción. Y, en un momento, el equipo aragonés pasó de tener entre los dedos una victoria agónica -con el gol de Postiga a tres del final- a quemar otra etapa en su irreversible camino hacia el descenso. Con menos estilo que ímpetu, había logrado hacerle ocasiones suficientes a un Osasuna especulativo, que no se dejó llevar por la tentación de dormir en Champions e hizo de rentista avisado. Mendilibar tiene un filón inagotable en el juego a pelota parada. Cuando iba a sonar la campana, se llevó de La Romareda un punto. El Zaragoza es un infortunio andante.

Para un equipo como Osasuna, las jugadas residuales simplemente no existen. Al Zaragoza ya le enseñó en Pamplona hasta qué punto pueden resultar aprovechables los saques de banda cuando se los trata como una mera transición del juego, sino como el inicio de una jugada. Ayer hizo algo parecido. Aguardó al final, sí, pero a los diez minutos a Roberto ya le había estallado en los guantes un pelotazo de Damiá, tras la escaramuza que siguió a un saque lateral. Y poco después el portero tuvo que buscar abajo un cabezazo de Roversio que iba camino del gol. ¿De dónde vino? De un saque de esquina. Fue lo que se dice una visión anticipatoria.

Hay equipos que construyen el juego con prosopopeya de concepto y ejecuciones; y luego están los defensores de la arquitectura funcional. En ese apartado, Mendilibar podría fundar una escuela. Manolo Jiménez ha tratado de sacar también algún rendimiento al fútbol premaquetado. Y lo ha conseguido, aunque el mar de evidencias en contra lo cubra todo. Contra Osasuna estuvo a punto de capitalizar un balón que Luis García le puso entre los ojos a Hélder Postiga, en un tiro libre. En posición muy ventajosa, el portugués metió el frentazo contra el travesaño. Hacia el gol tomando el atajo de la pizarra: esa tendencia definió el partido. Osasuna, desde luego, nunca estuvo dispuesto a morir de ambición europeísta. Pareció esperar una grieta, el error tradicional del Zaragoza. Pero, por esa vía, se alejó del área y vació su partido. En ningún momento lo vimos salir del ritmo de escaso apremio que suele utilizar lejos de casa. Su ambición la fía al Reyno de Navarra. Tiene fe en el método y le encuentra justificación.

Sin suerte.

En general, el partido se empastó en el medio. La insistencia del empate a cero abundó en la sensación trabajosa de cada acción. Pintér estuvo industrioso como tapón y una vez le rascó los tobillos a Raúl García. Osasuna ensayó por el lado de Lamah, pero el belga se cambió de banda y encontró a Obradovic, el más nítido del Zaragoza con la pelota y sin ella. Así que su ataque quedó mucho rato cegado, hasta que Mendilibar buscó en la segunda parte el chispazo veloz de Manu Onwu. Lo reanimarían, sin embargo, un par de incursiones profundas de Cejudo, que no pudo terminar Raúl García.

Al Zaragoza le interesaba más viveza, pero su fútbol no contiene fluidez como para establecer un ritmo de gobierno. Llegó sobre todo cuando agarró a Osasuna fuera de sitio, en contraataques de Lafita que el aragonés acabó con tiros cruzados, sin premio. Otra vez lo liberó un diestro taconazo de Rúben Micael, pero el campo se le quedó largo. Lafita, sin embargo, tenía baba de gol en la bota y también claveteó la escuadra con un remate airado. El equipo iba haciendo méritos de manera más laboriosa que convincente. A Dujmovic le faltó destreza para terminar un balón que se encontró a los pies. La que sí tuvo Hélder Postiga, que batió a Andrés con un zurdazo acostado sobre el poste izquierdo. El tanto rescató por un instante la fe del Zaragoza. El instante duró, exactamente, dos minutos. En el 89', Roversio hizo el empate. ¿Cómo fue? De cabeza, a la salida de un córner. Un disgusto para el Zaragoza, claro, pero nadie podrá decir que no estaba advertido.

Doce goles a balón parado

Osasuna volvió a sacarle rendimiento a sus jugadas de estrategia: esta vez con el córner que peinó Raúl García y que acabó Roversio con un cabezazo franco. Fue el duodécimo tanto del conjunto de José Luis Mendilibar a balón parado en toda la Liga, una de las claves de su posición europea.