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Europa League | PSV 1 - Valencia 1

El Valencia se mete en cuartos sin lujos

Un gol de Rami (que acabó expulsado), fue suficiente para que los de Emery lograran el pase en un encuentro que no dominaron en ningún momento. El PSV, mal en ataque.

Rubén Jiménez
El Valencia se mete en cuartos sin lujos

Sin Soldado y sin el balón, pero el Valencia solventó la papeleta del viaje a Holanda y volvió sin malos humos, clasificado para los cuartos de final de la Europa League. Quizá mereció más (por juego) el PSV, pero su inoperancia ofensiva y su fatal táctica de ataque, consistente en saturar de balones frontales y mal colgados el área de Alves, le privó de lograr mayor trofeo. Al Valencia le debe quedar la satisfacción de la clasificación y de saber sobrevivir sin su estrella, pero debe olvidar cuanto antes todo detalle referente al encuentro de Eindhoven, que además se salda con la pérdida de Rami para la ida de la siguiente fase.

La primera parte mostró a un Valencia que jugaba con el resultado, sin grandes alardes, dejando que el PSV dominase el balón pero sin temor por un posible descalabro. Y a pesar del dominio holandés, las mejores ocasiones fueron para los de Emery, con un protagonista absoluto, Jonas. El brasileño tuvo dos oportunidades claras de gol, explotando su mejor virtud, el disparo rápido. Qué poco tiempo y espacio necesita el brasileño para soltar sus casi imparables chuts, sin importar la pierna con la que los realice. En el 20', su derechazo se topó con un paradón de Tyton. En el 24' con el guardameta vencido, un par de centímetros evitaron que marcase con la zurda. Y la última, para Jordi Alba, que intentó una vaselina que Tyton, otra vez Tyton, evitó que se enredara en la red de su portería.

Pero todo el castillo de arena que estaba construyendo con su dominio el PSV en la primera parte se deshizo completamente nada más empezar el segundo tiempo. Un rechace a la salida un córner en el minuto 2 de la reanudación le cayó a Feghouli en la frontal. Su remate, mordido, malo, fue desviado con la cabeza, de espaldas a la portería y con precisión por Rami, haciendo inútil la estirada de Tyton y consiguiendo un tanto que le dio al equipo y a Unai Emery la tranquilidad necesaria para afrontar el resto del partido.

Demasiada tranquilidad quizá viendo cómo se desarrolló el encuentro a partir del tanto che. Un par de minutos después del tanto de Rami, Diego Alves tuvo que sacar una mano salvadora tras un sensacional cabezazo del central Marcelo. Era el primer aviso de lo que vendría pocos minutos después. Un centro de Labyad, incordio durante toda la primera parte, fue peinado por Matavz al segundo palo, donde el pecho del sueco Toivonen, capitán del PSV, esperaba para bajar el balón y mandarlo al fondo de la portería del Valencia. Un aviso, un susto que por suerte para los de Emery no pasó de ahí, pero que dio alas a los locales para asediar durante más de media hora el área de Alves.

Asedio insuficiente del PSV

Con Toivonen como virus que se extendía por todo el campo de ataque holandés, el PSV se convertía en invasor del área valencianista. Pero la incapacidad estratégica del equipo dirigido por Cocu evitó que el asedio diera frutos. Balones largos, planos, demasiado directos para una defensa que repelía toda acción de peligro. La ocasión más clara la tuvo Strootman, en el minuto 86, que obligó al meta brasileño del Valencia a lucirse con un paradón para desviar su zurdazo. Hubieran sufrido mucho los españoles de haber encajado ese gol y hubiera dado un punto de locura aún mayor al final. Una hoguera planeada por Toivonen, encendida por Rami y avivada por el colegiado alemán Brych acabó con la expulsión del central francés del Valencia, que cayó en la provocación del capitán del PSV.

Al final, tras 6 minutos de alargue, el Valencia pudo celebrar su pase a cuartos gracias al acierto demostrado en el partido de ida y al máximo aprovechamiento de los recursos de los que dispuso en Eindhoven. Sin Soldado y sin el balón, marcó el gol que necesitaba y se dedicó en exceso a ser dominado por un PSV que no supo ganar, ni siquiera atacar. Demasiada posesión de balón para tan poca efectividad. Ahora el cuadro de Emery puede respirar más tranquilo tras dar otro pasito más por llegar a la final de Bucarest.