Madera de líder

Este Depor, el de A Coruña, tiene madera de líder sólido. Los coruñeses sumaron una victoria en Guadalajara plagada de vallas que los de Oltra supieron saltar una tras otra. Los coruñeses pudieron con el ímpetu del Guadalajara, las decisiones arbitrales y sus propios fantasmas con los campos pequeños, casi el único punto vulnerable de su espectacular temporada. Y todo, bajo la presión de un Celta que amenazaba su liderato, pero que al final ve como su gran órdago del viernes en Balaídos no es suficiente.

El partido en sí fue vibrante de principio a fin. En el primer tiempo, porque tanto Saizar como Aranzubía tuvieron que emplearse a fondo. Eran dos estilos diametralmente opuestos, pero ambos generaban peligro. El del Guadalajara llegaba de la presión y robo, de los balones directos al gladiador Aníbal y de la estrategia. El del Deportivo, de combinar, sobre todo cuando se entendían Valerón y Juan Domínguez.

Con tablas en las ocasiones, la calidad fue la que abrió la lata. Bruno Gama, un jugador de luces y sombras, puso las largas para marcar un golazo desde fuera del área que Saizar casi ni olió. El luso, con cuatro goles en cinco partidos, no para de acumular méritos.

En el segundo tiempo la gasolina se transformo en gasoil, pero la pasión fue la misma. Cuando el partido parecía controlado, Iván Moreno igualó el duelo con otro gran gol desde fuera del área en una indecisión de Zé Castro. En otros partidos, como Alcorcón o Alcoy, la losa podría sepultar al Depor, pero este equipo ha crecido, y mucho.

La angustia de los 2.000 deportivistas que tomaron el Pedro Escartín duró sólo cinco minutos, lo que tardó Riki en desnivelar la balanza tras un milimétrico pase de un Álex Bergantiños que va disparado a la cima. El tanto alivió miedos y sitúa al delantero madrileño en el Olimpo de los diez goles. Para muchos sonará a poco, pero es que en el Deportivo nadie alcanzaba una cifra de dobles dígitos desde que Diego Tristán marcase 11 hace ya seis largos años.

El partido debió morir en el minuto 74, cuando Juan Domínguez, otro canterano sin techo, marcó a placer tras un remate de Salomão. El colegiado, en una pájara incomprensible, no dio validez al tanto.

Casi con nueve.

Desde ese momento hasta el final no pararon de ocurrir cosas que dieron alas al Guadalajara para intentar cazar un empate que no llegó. En el 80', los de Oltra se quedaron con diez por una pardillada de novato de Zé Castro. Poco después, Riki se encontró con su peor enemigo: las lesiones. Aunque el madrileño regresó al campo, fue más un acto de coraje que una posibilidad real de jugar, pero resume muy bien la implicación en la única obsesión: ascender.