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Champions League | APOEL 1 (4) - LYON 0 (3)

El sueño del APOEL sigue vivo

El conjunto chipriota eliminó en la tanda de penaltis a un lamentable Lyon para colarse entre los ocho mejores del continente. Chioris detuvo dos penas máximas y fue el héroe.

Rubén Jiménez
Actualizado a
El sueño del APOEL sigue vivo

Pocas veces una tanda de penaltis fue tan justa. El APOEL, equipo modesto donde los haya entre la pléyade de estrellas y de millones que se juegan la competición más grande del continente europeo, hacía historia superando y eliminando a un Lyon indigno que no es ni la sombra de lo que fue años atrás.

Por primera vez, un equipo chipriota se cuela en cuartos de final de la Champions League. Un mérito impresionante y nada discutible. Fue mejor, línea por línea, en conjunto, por casta, por juego, por valentía, por todo lo que se pueda decir en una noche como esta, que siempre será poco. Como poco será todo lo que se pueda escribir sobre Chioris, el héroe de la noche al detener dos penaltis de la tanda, que ascendió a los cielos del fútbol chipriota tras su parada a Bastos.

El ambiente invitaba a la épica. Un mosaico que cubría todo el estadio teñía de naranja y negro las gradas mientras el himno de la Champions era ahogado por los cánticos de los aficionados chipriotas. Emocionante. La pasión por el fútbol en estado puro. Y en esa atmósfera salió el APOEL al campo. A no defraudar a una afición volcada. Con ese escalofrío que recorre la espalda en los momentos clave de una vida, con el punto necesario de tensión, cosa que le faltó al Lyon.

No se había llegado al minuto 10 cuando la combinación de factores hizo real lo que hasta el momento sólo era una idea en el imaginario colectivo del GSP Stadium. Aún con el partido en pañales y con el Lyon dormido, Charalambides se internaba dentro del área y ponía el balón al segundo palo, donde aparecía Manduca, que se adelantaba a Réveillère para marcar y llevar a los aficionados del APOEL al éxtasis. La locura se apoderó de las gradas y del propio Manduca, que se quitó la camiseta para celebrarlo.

No pareció inquietarse el Lyon, quizá porque esperaba la cornada, quizá porque estaba anestesiado por el ambiente, atenazado, sin sentir dolor. Pero la actitud francesa siguió igual durante el resto de la primera mitad, lo que hace pensar que no había miedo sino una sensación de tranquilidad y de convencimiento de que llegaría su ocasión. Lo intentaba de forma tímida con disparos lejanos de falta.

Empuje chipriota y conformismo del Lyon

La primera parte acababa en un correcalles en el que Lyon y APOEL tenían opciones de marcar, con Aílton y Solari como pesadilla gala y con Bastos y Ederson como los clavos a los que se agarraba Remi Garde para evitar el ridículo. Pero no se salvaría en la segunda mitad. El APOEL se comía al otrora intocable campeón francés. Sin un fútbol excelso y sin alardes de calidad, los chipriotas borraban del mapa a un equipo que no es ni la sombra de lo que fue.

Por si le faltaba algo al partido, el árbitro era español. Undiano obvió una trifulca entre Cris y Oliveira, que se pegaron de lo lindo dentro del área mientras se revolcaban por el suelo. A pesar del intento de disimulo por parte de ambos jugadores, las agresiones fueron claras. El colegiado español lo resolvió con dos amarillas, pero no para los protagonistas, para dos jugadores que protestaban.

Y por muy mal que esté el Lyon, el mérito del APOEL es enorme, gigante. Encerró en su campo a todo un habitual de las rondas finales de la Champions, con más experiencia y presupuesta (que no demostrada) calidad. La bisoñez fue superada por el descaro; la inexperiencia, por el arrojo. Los de Jovanovic querían. Su admirable segunda mitad mereció más premio y a punto estuvo de obtenerlo en un mal despeje de Cissokho que se estrelló en el larguero y, sobre todo, en las botas de Solari (hermano de Santiago) a 20 minutos del final. El remate del argentino se paseó de forma burlona por toda la línea de gol para finalmente salir rozando el palo de Lloris. Se lamentó Solari al unísono con todos los espectadores en Nicosia.

La valentía del APOEL contrastaba con el conformismo francés. Aílton tiraba caños al borde del área en el minuto 88 mientras la defensa del Lyon tocaba y dejaba pasar el tiempo, consciente de la ventaja que le aguardaba si el partido se iba a la prórroga. Los novatos chipriotas estaban fundidos y sin gasolina. Jugaban a golpe de riñón, con la cara torcida por el esfuerzo, pero con esa dignidad y cabezonería propia del ciclista que afronta la última rampa del Tourmalet.

La tanda de penaltis hizo justicia

Pero llegó la prórroga. Y como se podía pronosticar, el Lyon se acordó de lo que era y de lo que se jugaba, tuvo un momento de vergüenza torera y empezó a dominar el partido. Por primera vez en el partido. Pero se quedó en eso, en dominio. Porque ocasiones tuvo poquitas y contadas. La más clara, un remate de Koné que se estrelló en el héroe Chiotis, que empezaba a ganarse el pedestal sobre el que más tarde se construiría su estatua.

La segunda parte de la prórroga fue un reflejo fiel del partido. Un heróico APOEL que encerraba y que dominaba a un supuestamente superior equipo francés. Si Aílton no hubiese estado tan ofuscado en conseguir su gol, seguramente el partido no hubiera desembocado en los penaltis. La expulsión del goleador Manduca le daba al Lyon la oportunidad de morir matando, de acabar el partido en el área chipriota. Hubiera sido injusto un gol. Pero no llegó y la tanda de los penaltis planeaba como una amenaza de pesadilla para los 23.000 espectadores que abarrotaban el estadio y que llevaban más de dos horas animando, saltando, gritando, con el corazón en la garganta, conteniendo la respiración y devorando bocanadas de aire cuando todo se calmaba.

Pero el fútbol fue justo. Apareció Chioris para acertar sin fortuna los disparos de Lisandro y Gomis y para subir al Olimpo del fútbol de la isla mediterránea cuando detuvo los lanzamientos de Lacazette y Bastos. El APOEL, para continuar con su inmaculado partido, los metió todos. Con la parada de Chioris a Bastos estalló la grada. Habían visto algo parecido a la más épica de las batallas cinematográficas. Habían presenciado Historia. Habían hecho Historia. El APOEL está entre los ocho mejores equipos del continente, por primera vez en la historia del fútbol chipriota. Y el sueño continúa.