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LIGA DE CAMPEONES | BENFICA 2 - ZENIT 0

El Benfica recupera su autoestima y pasa a cuartos

El conjunto luso se clasificó para cuartos de final con goles de Maxi Pereira y Nelson Oliveira. El Zenit apenas gozó de ocasiones y pagó su exceso de conservadurismo en la primera mitad.

P. BARGUEÑO
Actualizado a
<b>BENFICA 2-ZENIT 0</b>.
BENFICA 2-ZENIT 0.REUTERS

La eliminatoria europea llegaba en mal momento para el Benfica, con el ánimo tocado tras la dolorosa derrota ante el Oporto y la pérdida del liderato en Liga. Dos derrotas y un empate en los últimos tres encuentros del campeonato doméstico era un balance nefasto para afrontar el duelo ante el Zenit, que al menos contaba con la victoria (3-2) de la ida.

El Estadio Da Luz necesitaba una alegría, de eso no cabía duda. Sin embargo, el partido comenzó lento, falto de ritmo y de ocasiones. Si acaso, Nico Gaitán y Bruno Cesar achuchaban la meta de Malafeev con un par de balones colgados. Abastecer de balones al ariete. Quizá eso es lo que ideó Jorge jesús para dar la vuelta a la eliminatoria, con muchos zurdos talentosos al servicio de Cardozo, nada menos que 14 goles en sus últimos 14 partidos disputados.

A partir del minuto 15, el juego del Benfica comenzó a volcarse por la banda derecha, con Bruno Cesar muy incisivo, que puso a prueba al meta ruso con un buen disparo desde su perfil. Maxi Pereira, también híper motivado esta noche, tomó el relevo de su compañero de banda, y en el minuto 19 puso un centro muy peligroso que se paseó por delante de la portería rival tras tocar el balón con lo justo el belga Lombaerts.

Ambos equipos ya habían mostrado sus cartas en el ecuador de la primera mitad. El Benfica controlaba el partido sin inquietar en exceso a los rusos, que se limitaban a defender y ver pasar los minutos. En el 23, Bruno Cesar, empeñado en romper la dinámica espesa del partido, forzó en su costado una falta que remató libre de marca dentro del área Javi García.

El conjunto de Spalletti no quería el balón, y tras la renuncia al pase y al juego combinativo, apeló a lo que en el fútbol moderno se ha dado en llamar "oficio", una combinación de una férrea y sobria defensa con parones intencionados del partido. Otros dirían que es usura ante la mínima ventaja en la eliminatoria. El caso es que primero el lateral Anyukov y luego el guardameta Malafeev detuvieron el ritmo de juego del Benfica tras un par de encontronazos. Por momentos, el conjunto luso se desesperó con Howard Webb, incapaz de parar la dureza rusa con una cartulina.

Hubo que esperar hasta los últimos minutos de la primera mitad para encontrar la primera ocasión del Zenit. Tras un riesgo innecesario del portero Artur Moraes, Shirokov tuvo en sus pies el gol de los rusos, pero el meta brasileño reaccionó a tiempo. Llegó el minuto 46 -de los cuatro de descuento-, y por fin, el gol del Benfica. El belga Witsel, que había propuesto el juego portugués con buen criterio, sorprendió a la disciplinada defensa rusa con un taconazo que asistió a Maxi Pereira y éste dio la vuelta a la eliminatoria. Antes del descanso, aún hubo tiempo para una más: Rodrigo, poco participativo, estuvo a punto de llegar tras un remate de Cardozo.

El Zenit salió en la segunda mitad con un lavado de cara. Si en la primera mitad los pupilos de Spalletti se mostraron timoratos y conservadores, en la segunda, por mandato de la necesidad y el reloj, se volcaron al ataque. Se cambiaron los roles del partido, pero con una diferencia: el Zenit era el atacante, sí, pero el Benfica no renunció a salir con peligro a la contra.

A pesar de los esforzados intentos de los rusos, las ocasiones siguieron cayendo del lado luso. En el minuto 55, Jardel estuvo a punto de sorprender en un corner, y en el 69, por fin Cardozo tuvo su ocasión, clamorosa incluso. Falló el mano a mano con Malafeev. Llegaron los cambios por parte de ambos equipos. Faizulin salió para reforzar el ataque del Zenit, pero fue Nolito, por parte del Benfica, el cambio más acertado. El español dio otro aire a su equipo, se sintió muy cómodo a la contra y sirvió un balón en bandeja a Bruno Cesar, quien a su vez se la cedió a Cardozo, que volvió a estar poco fino de cara a portería.

No se encendieron las alarmas, la amenaza del empate nunca se respiró en Da Luz, pero faltaba la puntilla del Benfica, que a todas luces merecía ganar sin mucho sufrimiento. Llegó en el 93, en botas de Nelson Oliveira, que había sustituido a Cardozo y ejecutó sin un ápice de nerviosismo un buen contraataque.

Al final, los ataques del Zenit fueron fuegos artificiales, y el Benfica recuperó en Europa la autoestima perdida en Liga, haciendo buena su estadística: sólo ha perdido uno de sus últimos 19 encuentros europeos en casa.