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Liga BBVA | Levante 3 - Betis 1

El Levante se aferra a la Champions

El Betis pecó en la primera mitad de falta de definición y lo acabó pagando. Los tantos de Barkero, Torres y Koné dejan a los granotas en la cuarta posición.

Rubén Jiménez
Actualizado a
El Levante se aferra a la Champions

El Levante no ceja en su empeño por ser la revelación de la Liga y, tras atravesar un duro bache, vuelve a asomar la cabeza y a demostrar a sus competidores que quien le quiera bajar de la nube va a tener que sudar sangre. En una primera parte en la que se vio desbordado por el Betis, aprovechó la candidez de los verdiblancos de cara a portería para encarrilar el encuentro en la recta final del primer período. La victoria deja al Levante en puestos de Champions y al Betis, con 30 puntos, enfrascado aún en la lucha por el descenso.

La justicia en el fútbol es relativa. Da igual cómo se juegue, quién tenga el balón, quién las ocasiones... El juez es cruel, el marcador. Dirán muchos y con razón, que justo es que gane el que más goles marca. Correcto. Pero viendo la primera parte del partido, perdonen si cabe la duda sobre este punto.

El Betis, que puso el juego, la velocidad, las ganas y el atractivo, no supo traducir ese dominio en goles. De los pies de Jefferson Montero surgía la chispa que le hacía falta al encuentro, que nació con pinta de aburrido y que no lo fue en absoluto. Como si de rugby se tratase, la delantera verdiblanca dominaba territorialmente y llegaba con facilidad a la 22 local, pero ahí se difuminaba y no posaba el balón en la zona de ensayo. En argot futbolero: no marcaba gol.

Y retomando aquello de la justicia apareció Barkero para aplicar la suya. En uno de los pocos ataques granotas, pasada la media hora, Ghezzal sacó una falta al borde del área. Una semilla de la que Barkero sacó frutos. Sacó su zurda a pasear, salvó la barrera y colocó la bola en la red de Fabricio. El Levante había encontrado agua en el desierto. Y saciaría su sed pocos minutos después con un cabezazo de Xavi Torres milimetrado al palo tras un gran centro de Juanfran.

Sin saber cómo, el Betis, que tuvo el 65% de la posesión en el primer tiempo, se encontraba con dos goles en contra en el marcador. Dos directos a la mandíbula que hacían tambalearse al equipo de Pepe Mel. Aún con las piernas temblando y el gesto desencajado, tuvo un arreón de orgullo y recortó distancias antes del descanso con un gol cómico. Excepto si uno es hincha del Levante, claro. Un balón en profundidad, fácil de despejar, pasó entre tres defensas. Entre seis piernas. Y le fue a caer a Jorge Molina en boca de gol. A la cazuela.

Intercambio de papeles y sentencia granota

Pero la segunda parte trajo consigo la transmigración de las almas de los dos equipos, que se intercambiaron los papeles de la primera parte. Ahora era el Levante el que tenía el balón, corría y se hacía dueño del partido. Con una diferencia, vital, los de Juan Ignacio marcarían para sentenciar el encuentro. Aún en los albores de esa segunda mitad, Ghezzal recogía un balón en su campo, recorría medio terreno de juego y tenía la suficiente visión y sangre fría como para esperar a que Koné, de ADN exsevillista, se saliese del fuera de juego para cederle al hueco y en bandeja el tercer tanto azulgrana.

El gol noqueó al Betis, se vio aturdido y perdió todo signo de dominio. El Levante se adueñó del balón y utilizaba su velocidad para amenazar a los de Mel con un castigo mayor. Ghezzal y Koné eran dos puños que seguían haciendo daño buscando el KO ante un rival que se retorcía en las cuerdas. Pero no llegaba. Tampoco era necesario, el equipo azulgrana ganó a los puntos y salió victorioso merecidamente ante un Betis que si bien es verdad que dominó la primera mitad, pecó de falta de definición, uno de los más graves pecados en los que se puede caer en un terreno de juego.