Seis errores flagrantes que enredan la Liga
Las polémicas de Vallecas y el Calderón cambian el argumentario del campeonato. El Barça ondea una nueva bandera y los rivales de los dos grandes lamentan los favores arbitrales a los poderosos.
La diferencia entre Real Madrid y Barcelona sigue inalterable después de la jornada 25ª: diez puntos a favor de los madridistas. Sin embargo, todo lo que sucedió el domingo para que finalmente no sucediera nada (en la tabla, al menos) ha servido para modificar las actitudes de los equipos con su entorno.
El Barça, por ejemplo, ha encontrado una pelea que librar dentro de una batalla perdida. En su razonamiento deportivo subyace una argumentación penalista sumamente original llevada a este terreno: la defensa propia. Según parece, si el Barça se benefició del árbitro en el Calderón fue en respuesta a las ayudas recibidas por el Madrid en Vallecas. Legítima defensa, por tanto. Instinto de supervivencia. Absolución y cuatro aves marías.
El Atlético, entretanto, se rebela: no acepta que las cuentas con terceros se ajusten en su cara o en las piernas de Juanfran. Falcao y Adrián fueron atrapados a lazo por Pérez Lasa (y asistentes) cuando proyectaban dos clarísimas ocasiones de gol. Lo de Busquets no exige siquiera el esfuerzo de la imaginación. Su famosa incontinencia manual debió zanjarse con expulsión y penalti. El presumible gol hubiera significado el empate sin apenas tiempo de reacción para el Barça (léase Messi).
Indignación. Hasta Radamel Falcao, colombiano prudente y meloso, estalló ayer en Twitter: "Creo que la única persona que no vio la mano de Busquets fue el árbitro. Mmm, ¿será realmente que no la vio?".
El delantero nos propone en 140 caracteres otra vía de análisis: la conspiración arbitral. El razonamiento no es intrincado: apenas cuatro días después de la reunión secreta entre Rosell y Villar, el Barcelona se ve favorecido por un arbitraje. La respuesta del barcelonismo apelará de nuevo a la legítima defensa (el Madrid empezó primero), pero los hechos son incuestionables. También los indicios: los arbitrajes suelen acudir prestos en ayuda del vencedor. Y este año el Barça no es el único que vence.
Un calco. Como el fútbol es caprichoso, la polémica del Calderón calcó el estropicio de Vallecas. La indignación del Rayo fue muy similar a la del Atlético. También la percepción de haber pagado la cuenta sin haber probado el almuerzo.
A los 19 minutos Sergio Ramos sacó el codo para detener a Diego Costa, con quien ya le unía una estrecha relación de patadas y provocaciones. Debió ser expulsión y penalti. Pero nada pitó Borbalán.
El resto de acciones, el pisotón de Pepe (acción de color amarillo-rojizo) y la injusta expulsión de Michu, son aderezos del plato principal. Aunque no menos dolorosos. Piti, víctima del pisotón, se explayó ayer en Onda Cero Cataluña: "Los árbitros tienen miedo a los jugadores del Madrid. No me explico que Pepe viera sólo una tarjeta. Es de risa que cumpla la sanción a la vez que Messi, y en el minuto ochenta y tantos".
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El rayista (nacido en Barcelona) continuó: "El árbitro ayudó en ciertos momentos al Madrid y nos perjudicó muchísimo. Se hincharon a pegar patadas y ni se inmutó. Nosotros no podíamos decirle nada porque nos sacaba tarjeta y ellos podían hablar tranquilamente con él. Ves esa pasividad para sacarles tarjetas y te vas jodido a casa. No lo veo justo".
Lo dicho. Misma distancia en la tabla, pero diferente situación. Ya no es el Madrid contra el Barça. Ahora son ellos contra el mundo.



