Liga BBVA | Espanyol 1 - Levante 2
Rubén 'desvía' la plaza de Champions hacia Levante
Su lanzamiento de falta con rebote deja frío al Espanyol.
Se dirimía anoche en Cornellà-El Prat la zona Champions, un banquete a priori suculento que fue fluctuando a medida que avanzaba el partido, como la Bolsa. Arrancó el Espanyol en la cuarta plaza, le desplazó el Levante con el gol de Valdo, volvieron los pericos arriba mediante Uche y, finalmente, durmieron los granota con el estómago lleno y el botín en el zurrón. Lo posibilitó Rubén Suárez, que llevaba cinco minutos en el campo y que en el 90' sirvió una falta lateral, sin aparente peligro pero que desvió Verdú para que se colase en la meta de Casilla. Zona Champions algo ficticia para un Levante al que hoy podrían descabalgar Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid, y jarro de agua fría para el Espanyol. Ostenta ahora mismo la sexta plaza, pero esta noche probablemente abandonará las posiciones europeas.
Acorde a esa cena de Champions que mencionábamos, Pochettino desplegó su cubertería de gala. Un equipo de toque, de Coutinho a Verdú pasando por Weiss, y con el detalle de incluir a un joven del filial (Cristian Gómez) en vez de optar por un doble pivote de contención. Pero le faltó mordiente, al menos un tenedor que pinchase arriba. Y topó con un Levante más curtido, veterano y agazapado atrás, que sólo aportó a la fiesta un picahielos, el de sus contraataques. Suficiente.
Indolencia. Así nació el 0-1, el primer chut a puerta del partido, en el que Valdo culminó la velocidad colectiva. Porque, a pesar de que se trataba de un duelo de zona alta y de que se anotaron tres goles, casi no se contabilizaron ocasiones. El Espanyol también empató en su primer remate entre los tres palos, y eso que el solvente cabezazo de Uche -emergió entre los centrales para estrenar su casillero como jugador perico- arribó en el 75'. La sensación fue de indolencia españolista, de control sin profundidad y de que el Levante podía crear más peligro en diez segundos raudos que los de Pochettino en dos minutos seguidos de posesión.
La única salida ante la poca fluidez es el balón parado. Verdú sirvió de tal manera el empate y desvió, sin pretenderlo, la falta de Rubén Suárez que terminó en el definitivo 1-2.