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RAYO 0 - REAL MADRID 1 | LIGA BBVA

Cristiano gana a un Rayo maltratado por el árbitro

Decidió una genialidad de Cristiano. Soberbio encuentro del Rayo, que fue superior y fue perjudicado por Fernández Borbalán, que perdonó la roja a Ramos. Injusta expulsión de Michu.

Cristiano gana a un Rayo maltratado por el árbitro
REUTERS

El Real Madrid venció en Vallecas porque tiene a Cristiano Ronaldo y porque Fernández Borbalán masacró al Rayo. Ganó el Madrid porque le sobra la pegada que le faltó a un ambicioso Rayo, que jugó más y mejor e hizo méritos suficientes para llegar al gol antes que el Madrid. Su falta de tino en el remate acabó condenando a los vallecanos, que siempre miraron de frente a su ilustre visitante y nunca perdieron la cara al encuentro. Otro ejercicio de dignidad del Rayo, un equipo que entiende que la posesión del balón es la mejor forma de defenderse. Con esa filosofía puso en aprietos al Madrid durante buena parte de un encuentro del que no mereció irse derrotado.

El partido fue una demostración más de que el Madrid no necesita jugar bien para ganar y que cuando salta al campo sin la actitud y sin la intensidad necesarias, cualquier rival es capaz de hacerlo un lío. Cuando la iniciativa y el balón fueron del Rayo, el Madrid sufrió. Así fue durante todo el primer tiempo y en el tramo final del choque. Tras el descanso el Madrid salió más espabilado, adelantó líneas, se atrevió a presionar más arriba y acabó imponiendo su superioridad física. Aunque todo ello hubiera quedado en nada sin Cristiano, el único futbolista del Madrid que quiso la victoria desde el inicio. Se inventó un golazo de tacón apenas nueve minutos después de pasar por los vestuarios y a partir de esa acción, el partido fue para el Rayo como un intento de escalar el Everest sin oxígeno. Los tres únicos tiros peligrosos del Madrid en toda la tarde fueron de Cristiano. Uno acabó en gol y los otros dos los despejó un inspirado Joel, un portero con buena planta, reflejos, colocación y que transmite seguridad. Dejó inmejorables sensaciones.

La presencia del Madrid en Vallecas no intimidó al Rayo, que no varió su filosofía. Es un equipo que acostumbra a presionar la salida del contrario y exige la máxima precisión del rival en los pases y una concentración extrema. Al Rayo le sobra atrevimiento y ambición, juega el balón con descaro, no da un mal pelotazo y obliga al rival a que esté a su altura si no quiere quedar mal parado. No es un equipo que se asuste fácilmente este Rayo, que viaja por la Liga protegido con una coraza por las calamidades sufridas y regalando fútbol, con más lucimiento lejos de Vallecas.

El Madrid pareció desquiciado, incómodo, fuera de sitio, incapaz de dar dos pases seguidos. La culpa fue del Rayo, que le obligó a caminar cuesta arriba durante todo el primer tiempo. El juego fue del Rayo y el Madrid, incapaz de responder con fútbol, se entregó al contragolpe como única vía posible para intentar llegar al gol. En lo físico dominó el Madrid, en lo táctico y en el juego, el mando fue del Rayo, que llevó el partido por donde quiso.

Con Özil y Kaká durmiendo la siesta sobre el césped de Vallecas y Xabi Alonso ahogado por la presión del Rayo, sólo Cristiano se atrevió a inquietar a Joel. En estas situaciones es cuando más evidentes se hacen las limitaciones de Khedira, incapaz de estar a la altura que exige el Madrid cuando debe asumir la responsabilidad en la dirección. El alemán hace lo que puede y hay que reconocerle su abnegado esfuerzo, que ya es más de lo que se puede decir de Kaká, pero Khedira no está capacitado para manejar situaciones que requieren creatividad e imaginación.

Como tampoco está capacitado para estar en Primera Fernández Borbalán, que completó otra actuación muy deficiente, lo que ya no es novedad. Es un árbitro pésimo, que maltrató al Rayo Vallecano, perdonó la roja a Ramos por una agresión a Diego Costa que debió acabar en penalti y se inventó la expulsión de Michu por una acción con Khedira. El rayista tocó el balón y el alemán sufrió un desmayo.

Lo de Sergio Ramos fue a los 20 minutos, con todo un mundo por delante. Ramos sufrió una recaída de esas que le retrataban antaño y que ya creíamos superadas. En un intento quizá de ajustar cuentas pendientes, le dio un codazo a Diego Costa dentro del área. Le vio cómo llegaba por detrás y le saludó con un codazo cuando pasó a su altura. Una acción tan absurda como incomprensible que no venía a cuento. Ramos, que ya tenía una amarilla, debió ver la roja. Fernández Borbalán no señaló el claro penalti y solucionó la jugada con una amarilla a Diego Costa por protestar. Más argumentos para quienes defienden que en la carrera que mantienen Real Madrid y Barcelona, ninguno de los dos tiene autoridad moral para quejarse de los árbitros.

Diego Costa fue una pesadilla constante para Ramos y Pepe, a los que puso en aprietos como pocos lo han hecho últimamente. Lo acusó el Madrid y lo acusaron los centrales, más nerviosos e inseguros que de costumbre. Si la defensa del Madrid salió indemne no fue más que por la falta de puntería del Rayo, por alguna mano de Casillas y por la fortuna que también estuvo del lado visitante.

Como se vio cinco minutos antes del descanso, cuando Piti recortó con enorme facilidad a Arbeloa y lanzó un misil que se estrelló en la parte interior del poste más alejado de Casillas. El balón salió rebotado y se paseó por delante de la línea.

Con el susto todavía en el cuerpo, el Madrid inició la segunda parte con otro aire, más centrado y demostrando más intensidad, como ya ha quedado apuntado. Y a los nueve minutos se encontró con ese golazo de tacón de Cristiano que varió el rumbo del choque. El balón regateó un bosque de piernas hasta llegar a la portería.

A partir de ahí, el Madrid tuvo más presencia, que no juego, y Mourinho decidió utilizar los cambios para protegerse, todo lo contrario que el Rayo. Coentrao sustituyó al inédito Kaká, Callejón a Higuaín y Granero a Marcelo, lo que dejó a Cristiano como hombre más adelantado. Sandoval, el autor de esta gran obra que es el Rayo, retiró a Piti, Movilla y Casado para dar entrada a Lass, Trahorras y Tamudo. Metió imaginación y decidió mirar hacia delante sin importarle descubrirse atrás. Toda una declaración de intenciones.

El atrevimiento del Rayo no tuvo premio en la segunda parte porque Michu perdonó el empate, porque Casillas respondió con una mano excelente a un tiro magnífico de Casado desde más de 30 metros y, sobre todo, porque cuando el partido se consumía, Armenteros no acertó a rematar a puerta vacía. Por eso, por la falta de puntería del Rayo, Cristiano se llevó los tres puntos de Vallecas.