COPA DE ÁFRICA | COSTA DE MARFIL 1- MALÍ 0
Costa de Marfil enseña los colmillos
Los 'Elefantes' pasan por encima de Malí, incapaz ante cualquier línea de los marfileños. Segunda final en cuatro ediciones para Costa de Marfil.
Pocos equipos han tenido una irrupción en la escena internacional tan impresionante como la de Costa de Marfil en el Mundial de 2006, cuando asombró al mundo con un juego físico sin descuidar la calidad ni la técnica. Aquella generación de futbolistas, comandada por Drogba, sigue hoy alimentando las ambiciones de un país cuya fama no pasaba de lo que indica su propio nombre, el marfil de sus elefantes. Ese nombre lo aprovecharon unos futbolistas para hacerse grandes, para asustar y atemorizar rivales, para arrasar a cualquier enemigo posible. Desde entonces los 'Elefantes' siempre son candidatos a cualquier trofeo. Y el domingo lucharán por ser el mejor equipo de África, galardón que han ostentado honoríficamente pero nunca de forma oficial.
Destrozaron las ilusiones de Malí, una selección que nunca ha conocido la gloria pero que ha sabido aprovechar sus escasas armas para plantarse en unas semifinales de la Copa de África. El resultado, 1-0, es corto para la exhibición de los marfileños, muy superiores, especialmente en la segunda mitad. El dominio del juego fue tan abrumador que Malí era un equipo juvenil en sus manos, incluido el gigante Diabaté. El partido se jugó cuando Costa de Marfil quiso y Malí llegó hasta donde los 'Elefantes' le han dejado. Una educada y señorial forma de decirle al contrario: "Soy mejor que tú". Una forma muy fácil de entenderlo es viendo el cuarto de hora inicial. En apenas 15 minutos Drogba estrellaba un cabezazo contra la cruzeta y Yaya Touré, capital futbolista para cualquier equipo, reventaba el palo izquierdo de la portería de Soumalia Diakité. Otro ejemplo es el gol.
En el minuto 44, al borde del descanso, como si estuviera planeado, Gervinho pegó una cornada mortal. El del Arsenal probablemente sea el elefante más ágil de la historia. Eso o es un leopardo y está disfrazado de paquidermo. Cogió una pelota a 60 metros del área de Malí, burló como quiso a Diakité (el lateral derecho) y enfiló la portería. En 60 metros le sacó 15 a su defensor. Nadie le salió al paso, ni siquiera el guardameta. Marcaba el 1-0 y firmaba una dulce sentencia. Dulce porque parecía que Malí tenía alguna opción. Pero de nuevo era una ingeniosa trampa. Los marfileños tenían una última cosa que enseñar: saben dormir al rival. Con Yaya Touré al mando, los jugadores de Costa de Marfil movían la pelota de lado a lado, acunando a las águilas, sobrenombre de los malienses. Y fueron 45 minutos de siesta.
El domingo jugarán la final contra Zambia, sorprendente rival donde los haya. Parece sencillo para los 'Elefantes', pero ya se ha visto que una bala de bronce puede con cualquier cosa.