liga bbva | barcelona 2 - real sociedad 1
Al calor de La Masía
Tello, con gol incluído, y Dos Santos brillaron en un Barcelona que pudo golear en el primer tiempo pero que acabó sufriendo. Messi volvió a marcar y Busquets se marchó lesionado.
El Barcelona necesita oxígeno, recuperar lesionados y afinar el tono muscular. Pero también necesita buenas noticias. No es que últimamente las haya tenido malas, al menos no pésimas ni traumáticas, pero ha vivido tanto tiempo en perfecto estado de gracia que apenas ha digerido las últimas turbulencias: la tonelada de bajas, el susto con final feliz en Copa, los tropezones fuera del Camp Nou. El Barcelona necesita buenas noticias y tiene la suerte, si es justo llamar suerte a los frutos del trabajo, de que tiene la mejor máquina de fabricarlas: La Masía.
El Barcelona que capeó la ola de frío y ganó a la Real Sociedad saltó al campo sin Piqué, Abidal, Busquets, Xavi, Iniesta y Alexis. El riesgo al que obliga la vuelta de semifinales que llega, un billete de noventa minutos a otra final. La lista incluye lesionados (Iniesta), tocados (Alexis) agotados (Xavi) o jugadores en busca de su pico óptimo de forma (Piqué). La respuesta siempre, y en esa cocina se cuece la grandeza del Barcelona, está en La Masía. Jugaron Thiago, Cuenca, Dos Santos o Tello en un partido en el que hubo diecisiete canteranos en los onces iniciales, ocho en el Barcelona y nueve en la Real Sociedad. Un oasis, ecos de fútbol de otro tiempo.
Lo mejor del Barcelona, en un partido de sensaciones contradictorias, fue el rendimiento de los nuevos, el más discreto el más asentado, Cuenca. Dos Santos hizo de Busquets con criterio y Tello fue un rayo un rayo por la izquierda, una inyección de luminoso optimismo a golpe de velocidad, energía, desborde y gol. Suyo fue el primero con una buena definición por el carril del extremo.
Fue lo mejor en un partido en el que el Barcelona se obligó a sufrir más de la cuenta por sus pecados de las últimas semanas. Fue contradictorio porque pudo y debió golear en el primer tiempo y perdió mando y temple en el segundo. Messi, entre híper activo y ansioso, estuvo en casi todos los ataques y la tuvo sólo ante Bravo y desde fuera del área, con la izquierda y con la derecha y hasta a puerta vacía. Cuando acertó (23 goles y 17 asistencias en Liga) tras un enorme pase de Alves el Camp Nou respiró... dos minutos. Vela aprovechó un fallo de Thiago y acortó distancias. Después llegó poco la Real Sociedad pero el mal fario rondó el Camp Nou. Otra vez muchas ocasiones y pocos goles, otra vez menos jerarquía a medida que pasaban los minutos. Otra vez jugadores por debajo de su nivel y otra vez las malditas lesiones. Busquets se fue al poco de entrar con una horrible herida en la rodilla. Antes, en el primer tiempo y en un guiño a los supersticiosos, un gato negro había saltado al gélido césped.
Es difícil definir el partido de la Real Sociedad. Salió valiente, obligó a Valdés a una parada milagrosa en el arranque de cada tiempo y creció en la segunda parte a medida que el Barcelona bajaba el pistón. Aunque jugó el descuento buscando el área de Valdés cuesta desprenderse de la sensación de que su vida extra fue en realidad el indulto de un Barcelona que sólo hizo dos goles en una decena de ocasiones importantes. Cesc parece fundido y Thiago está a años luz de su mejor nivel. Messi anda en busca de su trance fulminante, en el que vive casi siempre, y en un día frío y finalmente sufrido pudo caer Busquets, una pieza esencial. La única alegría, además de tres puntos que parecían incuestionables y que exigieron una buena sudada, fue la aparición, una vez más, de esa bendición llamada La Masía.